Ximena Peredo / Yo veo un río

AutorXimena Peredo

Vengo regresando de la zona deforestada del Río Santa Catarina. Quería medir el daño consumado por el municipio de Monterrey. Caminé por lo largo del lecho del río, de poniente a oriente, comenzando a la altura de Venustiano Carranza hasta toparme hacia el puente del Papa con el desmonte que, calculo a ojo de buen cubero, no excede una hectárea.

Primero una buena noticia: la primavera se adelantó. Los huizaches están en flor. Su perfume meloso fue acompañándome por todo el camino mientras me deleitaba observando mecerse a las copas frondosas de alamillos, álamos y sauces. Allá abajo no deja de escucharse el rugido permanente de la Ciudad, pero no puede vérsele.

En ciertos puntos, la naturaleza está tan tupida que parece que estamos en otro lugar, o al menos en otro tiempo. Y si además, como me ocurrió, vemos garzas u otro tipo de aves planear, la sensación es de privilegio, de buena fortuna. Qué bueno que vine.

Me ha costado trabajo entender cómo el Alcalde Adrián de la Garza aprobó o, por lo menos, defendió la remoción de la corteza vegetal del lecho del río precisamente cuando sabemos lo contaminante que es dejar el suelo desnudo en espera de un permiso que, para colmo, ni siquiera se ha solicitado.

El lado populista de este error -con tintes electoreros, claro- es la intención de reconstruir ahí canchas de futbol.

Las canchas deportivas son muy necesarias, de hecho, su extinción ha afectado radicalmente a toda una generación que no conoce lo que es echarse una "cascarita", ni el encanto del futbol llanero, pero los espacios naturales existentes, y entre éstos los ríos, no son lugares vacíos en espera de "ser aprovechables".

Por el contario, tal como están son las últimas joyas del antiguo patrimonio natural.

Los ríos no son terrenos. No son baldíos. Son respiraderos de todo el ecosistema urbano. Una hipótesis que me parece acertada para explicar por qué han bajado desde el 2011 los días que exceden la norma de partículas suspendidas es el recubrimiento gradual de vegetación del río. Se le dejó estar. Fue poco a poco repoblándose de vegetación y, por ende, de fauna, especialmente de aves residentes y migratorias.

El...

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