Ximena Peredo / Un puño levantado

AutorXimena Peredo

Lo mejor y lo peor llegaron a su cita en punto de las 13:14 horas del pasado 19 de septiembre.

"Todo tronó, como cuando escuchas tus tripas, pero amplificado. Y entonces ves que la pared se cuartea, la ves quebrarse. Respira, te dices. Luego fue buscar las escaleras. Apenas salimos del edificio y el segundo piso colapsó", me platica Miguel, director de una trasnacional.

Él y sus compañeros de trabajo caminaron errantes hacia Reforma, como en una escena de película, con la Ciudad hecha pedazos, gritos, alarmas, histeria colectiva, gas y polvo en el ambiente.

"Pero a los 10 minutos ya había voluntarios levantando escombros. Ya los vecinos habían sacado mesas con jarras llenas de agua fresca y plátanos".

Por las manos de Aníbal, periodista, pasaron cubetas, escombros, varillas, cosas retorcidas. Él formó parte de estas cadenas de hormiguitas que atendieron una orden dada por nadie.

"Si sabes que hay gente atrapada, no le puedes confiar al Gobierno su rescate. Así que nos formamos".

La sociedad civil ha tomado las riendas de la tragedia para salvar vidas y para salvarse a sí misma. En un momento de crisis, con instituciones colapsadas, gritamos ¡presente! por medio de la colaboración.

Y esto fue lo que se accionó no sólo en la Ciudad de México, sino en todo el País. Ayudar se volvió un boleto a la estación esperanza.

"Corrimos a comprar agua, tapabocas, comida, lo que hiciera falta, pero ¿dónde está el Gobierno?, ¿por qué le tengo que dar de comer al Ejército, a la Marina?", se pregunta Emilio, arqueólogo y vecino de La Condesa.

"Nadie, ninguna farmacia nos regaló nada. Les decíamos, ¡una persona está herida aquí afuera!, pero igual nos cobraban. Di todo, hasta que se me acabó el dinero".

La oficina de José se ofreció como centro de acopio, me platica por teléfono.

"Llega gente desconocida y nos hacemos compas".

Al lugar llegan ciclistas y motociclistas buscando víveres para distribuir donde haga falta.

"Nos organizamos por whatsapp, qué tengo, qué necesitas. Parecemos desconocidos, pero actuamos como conocidos de toda la vida. No hay distancias. Eso ha sido lo más bello dentro de lo triste y del desastre".

La gran Tenochtitlán, que es un campo de batalla permanente, de pronto fue capaz de guardar un silencio sepulcral a la señal de un...

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