Ximena Peredo / Permiso para morir

AutorXimena Peredo

Me cuenta un amigo que su mamá, viuda, vive en una cuadra de puras viudas, y en un barrio que, poco a poco, según estima, terminará siendo de puras mujeres solas.

Es mucho peor que el Covid-19 y lleva años desgarrando familias en Santa Catarina, pero también en otros municipios. ¿Qué es? Una emergencia sanitaria sin importancia.

Veamos lo que es tener importancia. Llevamos dos meses en casa. Bajamos la movilidad de nuestra metrópoli hasta en un 40 por ciento. La actividad económica desaceleró. La Ciudad se silenció. En fin, todo por achatar la curva de contagios y muertes por Covid-19, porque ojo, de esto no hay permiso para morir.

Por el contrario, en la zona metropolitana estamos muriendo, por lo menos, mil 715 personas al año de enfermedades evitables, agravadas u originadas por la mala calidad del aire -por el coronavirus llevamos 73 fallecimientos hasta ayer.

A este dato, hay que sumar un hallazgo reciente aterrador.

En el estudio, por publicarse, "Mortalidad aguda asociada a partículas suspendidas finas y gruesas en habitantes de la zona metropolitana de Monterrey", elaborado por el Dr. Alfonso Martínez Muñoz y tres investigadores más del Instituto Nacional de Salud Pública, se confirma que en días sucios aumenta el riesgo promedio de morir en un 11.16 por ciento en caso de personas menores de 5 años y en un 5.36 por ciento en personas mayores de 65.

Según este estudio, que analizó medio millón de actas de defunción entre los años 2000 al 2014, hay una relación causal entre los días más sucios y los fallecimientos. Esta información debe darse a conocer de inmediato para salvar algunas vidas.

¿Ha conocido usted casos de muertes súbitas, no esperadas? En los últimos seis meses, el papá de una amiga estaba nadando cuando sufrió un paro cardiovascular, y un amigo y colega murió dormido, por un paro respiratorio. Ambos murieron, efectivamente, en días de mala calidad del aire.

Respirar este aire por periodos prolongados ha modificado nuestra fisiología, incrementando nuestra presión arterial, exacerbando asmas, provocando neumonías, infartos cerebrales, y una mortalidad por afecciones cardio y cerebro vasculares, además de cáncer de pulmón y Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).

¿Sabemos cómo se distribuyen estos casos geográficamente? No. No...

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