Ximena Peredo / El Chupón

AutorXimena Peredo

Subir. Subir por una vereda empinada. El corazón, tam-tam, comienza a mandar a preguntar que a dónde fregados vamos. Ahorita te explico, le contesto. Nos adentramos al matorral submontano, esa delgada, otrora espesa, frontera entre la Ciudad y las montañas. Al rato el camino se estabiliza y ya vamos un poco menos en vertical.

El espacio entra por los pulmones y los ojos, por la epidermis que suda a cántaros. ¿Nos podemos detener un momento?, pregunto. Tomo agua sorbito a sorbito a pesar de mi desesperante sed. Estamos subiendo al cerro de El Chupón. La recompensa es grande cuando, más arriba, la panorámica se despeja.

El Chupón está ahí. Es un chopo, hijo de una danza caprichosa entre el viento y la tierra. De espaldas a la Ciudad, viendo hacia la sierra, aparece un mar calmo, pero en movimiento incesante. Estamos parados sobre un acantilado. El valle y el mar se confunden. Son sábanas iguales, pero de distintas texturas. Éste es un mar apacible, espléndido e iluminado.

Estos párrafos los escribí en mi diario de montañas hace unos dos años, cuando fui por primera vez a El Chupón. Había escuchado que estaba muy cerca de la Ciudad, prácticamente pegado a la Colonia Paseo Residencial y que su dificultad no era muy grande, ideal para quien desea hacer ejercicio y darse un baño de naturaleza corto. Volví varias veces después, e incluso conecté hasta El Pinal, en Chipinque.

Recientemente me enteré que los vecinos (no todos, gran detalle) habían cerrado los accesos para subir el cerro. El fin de semana pasado lo constaté. Las antiguas entradas que eran desembocaduras de calles -obviamente, públicas- están clausuradas con mallas, el paso de servidumbre de Agua y Drenaje de Monterrey también fue cerrado. La UANL tenía un acceso por su unidad Mederos y me comentaron -yo no lo constaté- que también estaba cerrado.

La única manera de entrar hoy a El Chupón fue a través de un tubo de un metro de diámetro que es el desagüe de la montaña. Hay que hacerse muy pequeño, caminar de patito o arrastrarse por un túnel oscuro que se vuelve mucho más largo una vez que se pierde toda visibilidad y tiene uno que controlar pequeños ataques de ansiedad. Pero al salir El Chupón sigue ahí, como un cuento que no porque lo...

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