Ximena Peredo / ¡Bajan!

AutorXimena Peredo

¿Sí te has subido a camiones?, me preguntaron recientemente. La duda me indignó. ¡¿Pues qué me crees?! ¡Claro!, pero me quedé pensando en el tono de la pregunta, hecha con ese tipo de precaución de quien no quiere agraviar, como si moverse en camiones fuera algo penoso. ¿Por qué nos avergüenza movernos en camión en esta Ciudad?

El transporte público es un tipo de cautiverio. Mientras nuestra economía local depende tanto de la velocidad, y a nivel individual ésta nos exige adquirir un ritmo muy acelerado de vida -muy regio-, quienes van en camión, Ecovía o en Metro están "detenidos", no se mueven a donde necesitan ir, sino a donde los llevan cuando quieren. Es una humillación.

La precaria calidad en el servicio de transporte público de la metrópoli de Monterrey, que podría escandalizar a cualquier fuereño, aquí pareciera consentirse porque mantiene las clases sociales establecidas. Quien gana menos difícilmente podrá moverse de ahí.

Así, el 86 por ciento de los usuarios pasan más de dos horas diarias en el transporte y más del 50 por ciento espera media hora para abordar una unidad. Es desesperante.

Haga el ejercicio, estimado automovilista. Planee su día en transporte público y observe todas las complicaciones que le genera sólo en términos de pérdida de tiempo -luego hablamos de lo demás-. No es casualidad que en los últimos 19 años el parque vehicular ha crecido en un 190 por ciento, mientras que los camiones únicamente lo han hecho en un 16 por ciento (EL NORTE, 18 de marzo).

El auto es un bien aspiracional porque nos libera de los lastres del camión, de las esperas en el Metro, de los amontonamientos de Ecovía. De ese tamaño es el fracaso de la política estatal de movilidad.

El sábado pasado salimos mi hija y yo de la UANLeer, en Colegio Civil, y caminamos en busca de la parada del camión. Anochecía. Esa parada, por cierto, no existe como tal, es un acto de fe: "cuando más de dos se reúnan, ahí me detendré", reza el colmo del desorden. Y así lo hicimos. Nos colocamos a lado de "la bolita" de gente.

Luego de más de media hora de espera pasó un camión, pero fue imposible abordarlo porque venía...

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