¿Sigue Minnesota con los demócratas?

THE ECONOMIST

MINNEAPOLIS.- Los estrategas de la campaña del Partido Demócrata rara vez pierden el sueño por Minnesota. Los electores del estado han escogido a los demócratas en todos los comicios presidenciales excepto en tres ocasiones desde 1948, y en los últimos seis más recientes.

Pero esta tierra de pescadores y criptosocialistas escandinavos ya no es un bastión del Partido Laborista-Granjero Demócrata (como la rama de Minnesota todavía insiste en llamarlo).

Recientes encuestas colocan a Al Gore y a George W. Bush cabeza con cabeza en ese estado. Si Gore pierde Minnesota, pierde la elección. Eso no será debido a los votos del colegio electoral -el estado sólo tiene 10-, sino a que la debilidad en esa demarcación indicaría una carencia de fuerza general en los demás estados.

El poder político en Minnesota, como en todo Estados Unidos, ha cambiado hacia los suburbios, donde los residentes cada vez están construyendo más hogares. Y al igual que los habitantes de los suburbios de otras partes, desprecian la política partidista y son menos leales a cualquier emblema.

Podría ser que casi una década de prosperidad sin paralelo y la falta de cualquiera de los temas definitorios hayan desenmascarado el carácter real de los residentes de Minnesota: cautelosos, pragmáticos y centristas.

Los electores de Minnesota respaldaron fuertemente a Michael Dukakis en 1988. En 1992 optaron por Bill Clinton, aunque Ross Perot, por el Partido de la Reforma, obtuvo 24 por ciento de los votos. En 1996 apoyaron de nuevo a Clinton.

Pero recientemente los residentes de Minnesota se han vuelto más imprevisibles. En 1998, los jóvenes y los indecisos se lanzaron a las casillas electorales para elegir como Gobernador a Jesse Ventura, el candidato del Partido de la Reforma.

Muchos piensan que la elección de Ventura fue una votación "para dar la contra": una rebelión por su propio bien. Pero ésta también expuso fisuras en el alguna vez formidable aparato demócrata del estado.

Los operadores del partido habían apoyado a Mike Freeman, otro determinado miembro del partido, como su candidato para Gobernador. En otros tiempos, eso habría sido suficiente; pero la elección primaria fue ganada por Hubert Humphrey III, descendiente de un hijo predilecto de Minnesota.

De hecho, si uno elimina las dos elecciones por Clinton y la elección por el ultraliberal Paul Wellstone para el Senado en 1990, los demócratas han "tenido la peor década que uno pueda recordar", dice Chris...

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