¡Mide tus palabras!

AutorLaura G. Bermeo

La manera más efectiva de amargarle la vida a tu cónyuge es dirigirle frases hirientes. Hay palabras que laceran muy hondo, y aunque luego el que las diga se retracte, siempre quedará una huella que se seguirá haciendo más grande a medida que los esposos se sigan insultando.

Casi todas las personas conocen perfectamente los puntos vulnerables del compañero, y cuando quieren herirlo los comentan en público. Parece que esperan a tener visitas o asistir a una reunión para hablar mal de su consorte.

Quienes hacen los comentarios desagradables están descargando, de esa manera, sus desengaños y frustraciones o, simplemente, su amargura. Quieren tratar de ser simpáticos o graciosos burlándose de su pareja. La paradoja es que no queda peor frente a los demás la víctima de las burlas, sino quien las hace.

Tal vez has tenido amistades que frente a los demás se empiezan a decir cosas desagradables. La crítica va subiendo de tono hasta que el cónyuge ofendido estalla y acaba gritando, o hasta rompiéndole un plato en la cabeza a su agresor.

Cuentan que la princesa Margarita, de Inglaterra, y su marido, Lord Snowdon, siempre hacían su "numerito" (de intercambiar ofensas) en las fiestas a que acudían. Los anfitriones nunca encontraban la manera de calmarlos para que cesaran sus agrios comentarios. Ellos tomaban la casa de sus amigos como cuadrilátero de boxeo y se esmeraban en ver quién ofendía más al otro.

También los pleitos de Liz Taylor y Richard Burton fueron legendarios y no faltaban en sus borracheras, estuvieran donde estuvieran. Luego decían que, a pesar de ventilar sus diferencias en público, en la intimidad se querían mucho. ¿Pero quién se los creía?

Nada está más lejos de demostrar cariño que las críticas crueles. Hay personas que se especializan en ofender y hacer burlas, a sabiendas de que lastiman a su compañero, porque una cosa es que uno mismo reconozca sus defectos y los diga, y otra muy diferente que sean señalados frente a los demás.

No es preciso que se dirijan palabrotas para ofender, porque se puede herir con educación y hacer que el compañero se sienta mal. Muchas esposas no soportan los comentarios irónicos y responden groseramente. Entonces la discrepancia termina en pleito.

Si las parejas que verbalmente se ofenden pudieran mirarse en un espejo, es posible que se...

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