Diván/ Sí, ¡enójate!

AutorJosefina Leroux

Nos han engañado de mil formas, quizá ni siquiera nos damos cuenta al transmitir los mensajes heredados de una cultura, inconscientes de la falsedad o lo infundado de sus contenidos.

Nos podemos referir a un sinnúmero de ellos, pero me concretaré esta vez a uno solo, a un mandato que recibimos casi todos desde la infancia y que se refiere al enojo.

"¡No te enojes!", nos han dicho siempre.

Será porque antes de identificar los aspectos que conforman las emociones, sólo se observaban los actos producto del coraje que podían ser amenazantes a los demás.

Sí, ésta puede ser una causa por la que se prohíba todavía enojarse en nuestra cultura.

Se interpreta que vivir el coraje o la ira es un defecto de carácter, una debilidad que debiera corregirse.

Nos han hecho creer que la alegría debería prevalecer en nuestra vida, de tal suerte que hasta nos sentimos culpables cuando nos enojamos.

¡Qué lejos de la realidad humana se encuentra este ideal!

Probablemente la mala fama del enojo provenga de que antes de estudiarse sólo consideraban las acciones que causaba en los peores casos. No tenían claros todos los componentes ni la función de este sentimiento, ni cuando se acompañaba de emoción.

Sin embargo, ahora conocemos la parte positiva y el sentido de las emociones, entre otros, del coraje.

Sabemos que, así como los sentidos nos contactan con la realidad, también lo hacen las emociones.

El sentido del enojo

Cualquiera que sea la emoción, las respuestas en el organismo que provoca pueden decirnos algo importante que está ocurriendo fuera o dentro de nosotros.

Pero consideremos todas las partes, porque el coraje o la ira están conformadas por un estímulo agresivo, una creencia que lo traduce inmediatamente como tal, una respuesta física en el organismo, una serie de pensamientos en los que administramos la reacción para aumentar el coraje o contrarrestarlo, así como la acción en consecuencia.

Por eso decimos que no hay sentimientos o emociones malas, todos y todas son buenos.

Lo negativo pudiera estar cuando esas emociones se apoderan de nosotros y nos llevan a actuar impulsivamente en contra de alguien, o inclusive de nosotros mismos.

Si reflexionamos ante qué nos enojamos, podemos encontrar que son los abusos, las injusticias, la negligencia, los engaños reales o aparentes los que nos provocan la frustración, la impotencia y la ira.

Este punto es muy interesante, porque lo que nos enoja puede ser ilusorio, puede ser creación propia, es decir, producto...

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