El vuelo etéreo de Katia

AutorFélix Barrón

"Giselle", "Kitri", "Aurora", "Julieta", "Odette", "Odile"... y Katia.

Antes de salir al escenario, la regia Katia Carranza, primera bailarina del Ballet de Monterrey, siente como un cosquilleo en el estómago que no es nervio, dice, pero sí emoción.

Sus "amuletos": una medallita de la Sagrada Familia y otra de San Charbel, que siempre esconde discretamente en los vestuarios y tutús

"No sé si hacen, pero bueno, yo me siento tranquila de que los traigo puestos", expresa sonriendo.

Tras bambalinas repasa concentrada las ejecuciones, las cuentas y el personaje que va a interpretar, mientras realiza los últimos estiramientos para que su cuerpo esté listo.

Cuando dan la tercera llamada y el telón se abre, la primera bailarina comienza su vuelo etéreo.

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En su último año de carrera, Katia estudiaba y era aspirante en el Ballet de Monterrey al mismo tiempo.

Tanto fue el trabajo y el esfuerzo físico, que tuvo una fractura por estrés en la tibia izquierda, molestia que ocultó.

"Me tomé una placa y haz de cuenta que tenía un puntito pegado de la tibia, tantito más y se me rompía completa, pero ya estaba a días de graduarme, entonces, no dije nada. En mi graduación no había nada que me quitara el dolor", recuerda.

Tuvo ocho meses de reposo y una estricta rehabilitación. Con trabajo, compromiso y disciplina, sus características principales, salió adelante.

Este 2016, Katia cumple 20 años de haber terminado sus estudios de danza clásica en la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey y de haber iniciado su carrera profesional que la ha llevado a destacar a nivel internacional.

Como bailarina del Miami City Ballet, de 1998 al 2007, en donde fue elevada a bailarina principal en el 2004, y ahora como primera bailarina del Ballet de Monterrey, desde el 2007, ha sumado múltiples ovaciones y ¡bravos!

No se diga en las galas internacionales de ballet a las que ha sido invitada en Estados Unidos, Italia, Brasil y México.

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El "gen" dancístico no viene de familia, comenta. Más bien es una profesión de la que se enamoró poco a poco.

A los 8 años su mamá, Yolanda Cantú, la llevó a una escuela de danza privada para probar. El destino en el arte en movimiento la esperaba, y fue así que a los 9 años comenzó a estudiar en la Superior la carrera que duraría ocho años.

"Mi marido no estaba muy de acuerdo, decía que era un hobby y nada más", cuenta su mamá.

Sin embargo, al ver la pasión, la entrega y los resultados de su hija, cambió su percepción.

"No se me...

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