El año que votamos en peligro

AutorMario Alberto Rodríguez

Los habitantes de la Colonia Alfonso Reyes, "La Risca", acuden a votar con la esperanza de mejorar su vida. Pero, claro, lo hacen con su compañero de todos los días: el riesgo de la muerte.

Irregulares precipicios se aparecen de repente en el camino, pandilleros se postran en plan de ataque en las esquinas y otros hombres de apariencia extraña siguen con la mirada a los visitantes desde estrechos callejones, a donde, por cierto, no parece llegar la prueba antidoping.

Las escalinatas del lugar invitan a pasar al peligroso espectáculo. Ellas han visto de todo. Chema les pasó encima en 1997 cuando acudió como candidato a vender promesas. Un año después, un hombre se desplomó ahí muerto de dos balazos.

Ahora, ya borrada la sangre de aquel suceso, la zona ofrece otro tipo de agarrón entre Temo, Chente y Francisco (como canta Juanga-2000).

El primer aire electoral se puede percibir a las 8:15 horas en la casilla 1371 (en el lado oriente de la colonia), donde los representantes de partidos empiezan a acomodarse.

La coordinación no parece ser su mejor cualidad: se confunden en la ubicación de las urnas y las colocan equivocadas.

Se la pasan discutiendo. Los votantes, que cada vez son más, se desesperan y se llevan lo que traigan a la cabeza para cubrirse del sol.

"Estamos desde las 8 de la mañana aquí parados y estos señores no pueden ponerse de acuerdo", protesta una mujer que lleva colgado en su blusa un botón del PRI.

La otra casilla se encuentra en el "mero corazón de La Risca", como dicen unos esquineros tatuados que toman sol sin cerveza y se quejan de la ley seca.

Este centro de sufragios está ubicado en la calle Lucas García, justo al pie de una gigantesca piedra que distingue al sector y que ha sido testigo de personas desbarrancadas.

Entre esos hechos trágicos está el caso de una mujer embarazada que fue arrojada al vacío por su esposo en el invierno de 1998. Al día siguiente fue hallado su cadáver congelado.

A unos 15 metros al poniente de donde ella cayó, se encuentra la casilla 1370.

Con un caminar descompuesto, gesticulando de esfuerzo y usando muletas metálicas, llega al lugar María Martínez Sánchez, discapacitada.

La zona, difícil de andar para cualquiera, parece tener más obstáculos para María. Pero ella ha vivido ahí toda su vida, y no se queja.

"Estoy enferma desde los 12 años", contesta mientras el sol le saca brillo de su morena frente.

¿Y qué hace aquí?

"Vengo como representante suplente del PRI, y voy a votar",

¿Por qué vota?

...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR