Con la vocación en la sangre

AutorDaniel de la Fuente

Los recuerda en sueños. Se le aparecen sanos o en las condiciones dolorosas en que los vio partir.

David Gómez Almaguer no oculta la realidad: aunque no es equivalente la cifra de los que se curan a los que se van -aquélla es más alta-, la leucemia es un enfermedad feroz, sobre todo si se diagnostica tarde.

El jefe del Departamento de Hematología del Hospital Universitario habla de los curados, de los arrebatados a la muerte, pero también de aquellos cuyo organismo no encontró jamás la salida del padecimiento.

Son éstos los que lo impulsan más a seguir en su combate contra la leucemia, cáncer común, por ejemplo, entre los niños.

"Hay casos en los que te quedas pensando que debiste haber hecho más y no lo hiciste", explica David, de 53 años, bajo y menudo, quien pese a su pelo entrecano aparenta menos edad.

Y es que, aunque se pensaría que un médico como él, con años de experiencia, ha salvado ya la barrera y sabe lidiar con la muerte, la verdad es otra: le entristece, sí, y le motiva.

"Momentos como ésos, la partida de un paciente, son mi razón, los que me dicen 'sigue adelante. Sigue'", afirma David y en sus ojos hay un brillo de fortaleza.

I

David es la autoridad en el área de hematología. Con respeto, los residentes se le acercan para alguna revisión; con serenidad, él cruza medio encorvado la recepción en la que esperan los enfermos.

De sus labios delgados, que forman una línea recta en su rostro sin arrugas, emanan frases corteses para los pacientes. Se refiere a ellos por sus nombres, no olvida los cuadros clínicos de cada uno.

Algunos habrán de morir, dado el avance de sus enfermedades. Pero los atiende como si todas las esperanzas estuvieran allí, abiertas, infinitas.

Su compromiso contra la leucemia, que le ha impulsado a erigir uno de los centros más modernos contra la enfermedad, en el Hospital Universitario, proviene de su padre, Álvaro Gómez Leal, hematólogo pionero.

Emigrados españoles, los padres de Álvaro intentaron en vano hacer dinero en el campo cubano, por lo que viajaron a Tampico en 1920.

En el puerto nació Álvaro, en 1925. Tras morir su padre, su madre lo trajo a Monterrey, pero aquí la mujer falleció.

"Huérfano, sin apoyos familiares, papá hizo lo que pudo para estudiar medicina en la Ciudad de México", cuenta David con su voz pausada, su mirada tranquila. "Como necesitaba dinero y tenía buena voz, entró a radio como locutor de comerciales. Allí conoció a mamá, actriz de radionovelas".

De raíz norteña y ya casada con Álvaro, Margarita Almaguer trajo a su esposo a Monterrey al concluir los estudios de éste. No parecía un mal lugar: todo estaba por hacerse.

"Trabajó años en el Seguro Social, donde lo apoyaron para especializarse en hematología, y años después se dedicó sólo al Hospital Universitario y a su consulta".

De cuatro hermanos, David nació el 11 de noviembre de 1952. Tras una infancia feliz en el barrio de Mitras Centro, en 1969 entró casi por inercia a la Facultad de Medicina.

"Simpatizaba con la justicia social y la anticorrupción en el gobierno, pero eso no me hizo socialista, entonces lo 'in', ni participar en el activismo político o en las huelgas universitarias que duraban meses", dice en torno a los días juveniles.

Era un junior y lo reconoce. Prefirió...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR