Visión Económica / Monstruo político

AutorSalvador Kalifa

El dicho popular "cree el ladrón que todos son de su profesión" queda como anillo al dedo a las huestes del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que encabezadas por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), Manuel Camacho y hasta Manuel Bartlett, gritan "fraude electoral". La desfachatez no tiene límites, como lo constatan estos arquitectos de las más sonadas trampas electorales de nuestro país.

AMLO de tanto repetir que tenía una amplia ventaja, llegó a creerse esa historia. Y lo mismo sucedió con sus colaboradores y simpatizantes, que veían imposible una derrota en las urnas. Él es incapaz de aceptar que perdió. Vive en un mundo imaginario donde él ganó, donde es imposible que el redentor de los mexicanos, el "rayo de esperanza" al que le hacen "lo que el viento a Juárez", pueda siquiera abrigar la idea de que fue derrotado.

Tal es su capacidad de desviar la atención de lo sustantivo, que hasta sus más allegados se dejan llevar por esas ilusiones. El resultado para ellos es, por tanto, un fraude en el que se confabularon el gobierno y las autoridades electorales, cuando la realidad es más simple y sin rasgos novelescos. Hubo más mexicanos que votaron a favor de Felipe Calderón y punto.

Su estrategia ante este hecho incontrovertible es simple, pero no por ello deja de ser efectiva. AMLO y el PRD no reconocen el resultado de la elección, se quejan de diversas irregularidades y llegan al extremo de decirse víctimas del "fraude". No podía esperarse algo distinto. Recuerdo que antes de las elecciones varios amigos y lectores me cuestionaban mi animadversión por este personaje mesiánico "indestructible". Me decían que yo seguramente exageraba, que si AMLO llegaba a ganar la elección podría resultar una persona sensata, respetuosa de la ley y de las instituciones, sin cometer tonterías en el terreno económico.

Espero que la reacción de AMLO ante la decisión de los electores disipe esas ideas románticas que algunas personas bien intencionadas tenían sobre él. Este personaje es, para mí, deleznable y muy predecible. Las instituciones y la ley sólo son respetables cuando comulgan con sus expectativas y manera de pensar. No extraña, por tanto, que a cuanta pregunta se le hace en relación con las posibles resoluciones de los órganos electorales conteste siempre "Ya veremos; no nos adelantemos".

Esto quiere decir simple y llanamente que si el fallo le es favorable, alabará la sensatez e inteligencia de los jueces. Si le es contrario, entonces estos...

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