Visión Económica/ Aciertos y desaciertos

AutorSalvador Kalifa

La retórica dominó el escenario político que antecedió al mensaje del Presidente Fox el primero de Septiembre. En la exposición de los legisladores que tomaron la tribuna antes que el Primer Mandatario, pude constatar que algunos de ellos no tienen la voluntad para entender los complejos asuntos económicos, pero les sobra retórica para adornar las tonterías que profieren al hablar de éstos.

Me preocupa que nuestros legisladores adopten también esa actitud cuando discuten las decisiones trascendentes para el País, ya que de ser así, definitivamente no nos ayudarán a salir de la mediocridad económica en la que, por décadas, nos han mantenido la demagogia y el populismo de políticos que, como ellos, están solamente interesados en promover los objetivos de sus líderes y partidos.

El Presidente, por su parte, presentó en general un mensaje moderado, pero en los temas económicos careció del orden y la convicción que caracteriza a quien entiende bien de lo que está hablando. El fue realista al reconocer los problemas, pero optimista al destacar las fortalezas de la economía y prometer un futuro mejor, cuando no cuenta todavía con la disposición del Congreso para hacerlo realidad.

De hecho, no me parece que el Presidente tenga claro qué quiere decir cuando habla de un proyecto de país con base en un humanismo "moderno, emprendedor y socialmente responsable"; como tampoco parece que entienda las fuertes deficiencias del Plan Nacional de Desarrollo, el que sigue presentando como guía de política económica, a pesar de que está plagado de incongruencias que lo convierten en el más pobre ejercicio de este tipo.

Desde mi punto de vista, la gestión presidencial en estos nueve meses de Gobierno tuvo aciertos y desaciertos en el terreno económico. El logro más relevante del Presidente Fox fue depositar el ejercicio de la política económica en sus equipos técnicos de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México (Banxico), lo que evitó que el debilitamiento económico externo y las dificultades financieras de Argentina trastocaran la estabilidad interna.

El Presidente ha resistido las presiones de políticos y empresarios para estimular un gasto deficitario ante los crecientes signos de debilidad de la actividad económica en el País. Eso explica, en gran parte, la confianza de los inversionistas internacionales, los avances en el terreno inflacionario, así como el descenso de las tasas de interés a pesar de la turbulencia financiera externa.

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