De Vino y Momentos / Una copa despide y otra recibe

AutorDante Ferrero

Abro la puerta y salgo al pequeño balcón, enciendo la bocina, acomodo una silla y me siento en ella. Bueno, en realidad casi que me recuesto. Mis pies descalzos se apoyan sobre el borde de la baranda que delimita el espacio y mis manos cargan mi copa favorita, que casualmente, si no me equivoco, no ha repetido contenido en este "ritual".

No es la primera vez que lo hago, llevo a cabo este acto cada año si el clima me lo permite. Por lo general, sucede el primer día de enero, aunque a veces ha sido el 25 de diciembre; a eso de las 4:00 o 5:00 de la tarde, cuando el día, con un sol suavemente abrasador, lo permite a pesar del frío.

Los edificios y las casas aún no me roban por completo la vista de los cerros y aprecio, siempre fascinado, cómo el sol cae sobre la sierra y se "hunde" detrás de ella, regalándome colores y matices que nunca serán iguales, pero siempre serán increíbles. Y lo agradezco.

Es un momento único, son días especiales, es la copa de vino que despide el año que se va y que también, al llenarse, recibe con buenos deseos al que viene.

Miro, observo cada detalle, veo cómo los rayos del sol abrazan el vino y me entregan todo su color. Algún destello de esa luz forma elegantes brillos y figuras en el vino y la copa, y no pierdo la oportunidad de fotografiarlo.

Los tonos se ven más perfectos que en otros momentos, y en cada vino que me ha acompañado en ese momento, la gama de colores se vuelve amplia e hipnotizante.

Amarillos pálidos, casi transparentes, toques verdosos, amarillos intensos yendo hacia el dorado son los que recuerdo en distintos blancos. Rojos teja, rojizos tenues, cerezas, rojos violáceos, morados intensos... es parte de la "paleta" de los tintos. Colores brillantes y vivos que se mezclan con la tarde.

Ese día, en mi balcón, la abro para brindar una vez más por lo que pasó, por lo que no pasó, por lo que vendrá y por lo que no vendrá. Porque, como todo año, como todo vino, será con "nariz a veces sutil, aromas que llenan de alegría o que a veces, simplemente, no anuncian qué sigue; sabores variados, interpretaciones personales, acidez, alcohol -que dibujará sonrisas-, últimas gotas, permanencia, sutileza, inexpresividad, carácter y más, muchas variables más".

Descorchamos muchas botellas este año, descorchamos momentos, abrimos muchas con alegría, y cuántas veces no abrimos una pensando que este...

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