Villa de Juárez: Su orgullo es el tamal

AutorEsmeralda Martínez

En todo México existen cientos de variedades de tamales, ya sean dulces, salados, picantes y neutros, envueltos en hoja de milpa o plátano, pero sólo los del norte tienen ese toque especial que los hace diferentes por su sabor único.

Un ejemplo son los de Villa de Juárez, cuna del tamal en Nuevo León, cuya tradición fue iniciada en 1946 por María Ana González de Salinas.

"Debido a las necesidades económicas, ella decide emprender la venta de tamales por consejo de su suegra", señala Armando Leal, presidente de la Asociación de Cronistas.

Esto sucedió en el municipio de Juárez, Nuevo León, antes llamado Rancho San José y más después Villa de Juárez, en donde inició su negocio en la carretera, con la ayuda de su hijo Jesús Eduardo Salinas González, quien le cargaba el canasto.

En esa época, agrega el cronista, compraban una cabeza de cerdo y preparaban la masa y el guiso.

"Uno de esos días en los que María Ana y su hijo vendían tamales, pasó por el lugar Morena González de De la Garza, esposa del Gobernador del Estado en esa época, Arturo B. de la Garza Garza.

"Ella tenía un compromiso y la gente que iba a llevarle la comida no llegó a tiempo. Ante el apuro, compró todo el canasto de tamales, que en la reunión gustaron mucho por su sabor".

Así, González de De la Garza se convirtió en una de las clientes de doña María Ana y dio inicio el negocio de los tamales en Villa de Juárez.

"González de De la Garza siguió comprando tamales, y lo mismo hicieron sus amigas, provocando que el negocio creciera", comenta Leal.

Doña María Ana murió hace aproximadamente cinco años a los 92 años de edad, pero su hijo Jesús Eduardo y su esposa, María Carmen Treviño de Salinas, continúan con la tradición.

"Ellos tomaron el mando en 1963, convirtiéndose en un negocio familiar que pronto tuvo sus imitaciones".

Pero así como crecieron las ventas, también se presentó la necesidad de comprar puercos para preparar la fritada, el asado de puerco y los chorizos, entre otras cosas.

"Hubo un tiempo en que Jesús Eduardo llevaba a pie a los puercos a la matanza, y en una moto vieja transportaba las hojas de milpa para envolver los tamales.

"Posteriormente, compraron una camioneta y el trabajo se hizo más fuerte, pues hubo la necesidad de levantarse a las 4 ó 5 de la mañana para ir por el nixtamal y moler la masa, así que fueron contratando personas que los ayudaran".

Para ese entonces se había convertido en un negocio familiar bastante próspero, pues eran cuatro hombres...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR