Vidal Garza Cantú/ Agradecidos con México

AutorVidal Garza Cantú

México no es un país rico, pero parece que no queremos percatarnos de ello: es un país con marcadas desigualdades, pobreza y severas polarizaciones que desde cualquier ángulo resultan absurdas.

La existencia de estas características es resultado de las malas prácticas de gobierno, pero también de una actitud peculiar de la población que es reflejo de su propia cultura: aunque muy pocos lo acepten, la responsabilidad por tratar de eliminar la pobreza y la desigualdad nacionales es una tarea de todos.

Esta faceta cultural, que más bien parece una máscara, nos impide ver mas allá de lo que permiten nuestros bolsillos. Es una característica de ceguera o escasa sensibilidad para reconocer el esfuerzo de quienes pagan impuestos y que de alguna manera benefician a todos al financiar los proyectos de índole pública.

¿Qué tipo de proyectos públicos? Bienes públicos que nadie estaría dispuesto a sufragar de manera individual porque resulta muy difícil evitar que otros se beneficien de ellos sin pagarlos, como lo son las calles, el alumbrado, los semáforos, los servicios públicos, la seguridad pública, los centros de salud comunitaria, los controles sanitarios, las vacunas a niños, los sistemas DIF en cada estado o municipio y los mismos sistemas judiciales y el Poder Legislativo.

La forma en la que el gobierno ha brindado estos servicios públicos puede ser motivo de muchos análisis y pocas conclusiones positivas. De lo que debemos ocuparnos es de cómo puede el gobierno rendirnos mejores cuentas de todo lo que realiza, que podamos sentir que controlamos al gobierno y la forma en que usa los impuestos, sobre todo de ser aprobada la reforma fiscal que busca aumentar los ingresos públicos.

Sin embargo, nuestra falta de valoración hacia lo público nos ha vuelto vulnerables a aceptar la crítica barata respecto a todo lo que desea hacer el gobierno.

Inmediatamente descalificamos al gobierno sin siquiera analizarlo un poco. Desearíamos que todo lo que hace el gobierno fuera gratuito, sin embargo, muy pocos reconocemos el esfuerzo público de quienes sí lo mantienen.

Estoy seguro de que ningún dueño de los autos chuecos que pululan por nuestra ciudad estaría dispuesto a pagar un solo centavo por los bienes públicos que utiliza.

Pagar por el alumbrado, las calles, las banquetas, el drenaje pluvial, los semáforos y los policías de tránsito que velan por la seguridad del tráfico y que existen mal o bien gracias a quienes sí pagamos impuestos.

Es más, muchos de...

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