Al larguero/ La vida al revés

AutorAlejandro Tovar

Todo escritor con imaginación va confundiendo voluntariamente verdad y ficción en sus relatos, porque sabe que el lector es materia de sueños y realidades pero cuando se constituye en una visión desmesurada de los hechos, hasta la misma máquina receptora pone las luces en rojo y las alarmas a tono. Sucede igual con los jugadores, famosos por conseguir traspasar fronteras para instalarse en la conciencia de los fans como marbetes de la nueva educación sentimental. Los grandes, son seres fabulosos, híbridos de ídolo y mercancía.

Su vida transcurre entre paisajes cambiantes, porque lo mismo galopa entre las praderas felices como también suele acudir al muro de los lamentos. Son como caballeros medievales. Son como gladiadores de circo romano. Para que sean tan famosos precisan de los heraldos, de esos geniecillos que asombran al mundo con su pluma y convierten la plata en oro al conjuro de su palabra, de su gesto, de su letra, producto de un indomable talento.

Se quiera o no, entre ambos factores existe un maridaje permanente.

Una cadena de acciones que van teñidas de melancolía y añoranza. Ambos (jugadores y medios) son un inventario de sensaciones y realidades, que no siempre tendrán acuerdos amistosos, porque existen diferencias y porque ambos suelen comunicarse con las sombras de manera constante. Entre los dos grupos, como en todo existe lo de alto nivel de calidad, lo malo y lo deficiente. Pero donde no siempre también, se pondera al respeto mutuo.

Temo Blanco tiene un alto sentido de lo teatral, cierta torpeza de expresión y movimientos de gacela deslizándose entre leones. Bordea con frecuencia el ridículo pero en un sprint corto, en una finta, en un taconazo, en un giro, en...

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