Víctor Kerber/ Que muera Estrada

AutorVíctor Kerber

Es fácil predecir que la actividad internacional de México crecerá significativamente en los próximos años. El ritmo elevado de las exportaciones mexicanas así como el flujo de las inversiones extranjeras son un claro indicador de que el país se ha insertado con éxito en la dinámica de la globalización. Además, ya hasta hay fila de países deseosos de firmar acuerdos de libre comercio con el nuestro, como Singapur y Japón.

Esto por un lado, pero por el otro, parece clara la vocación internacionalista de quien será nuestro próximo presidente. No resulta novedoso que a Vicente Fox le gusta viajar y emprender él mismo misiones diplomáticas, lo hizo como gobernador y lo está haciendo como Presidente electo.

Lo anterior implica muchas cosas. Primero, que después de una prolongada ausencia de estrategia clara y bien trazada de política exterior, por fin se abren condiciones favorables para que la haya. Segundo, implica también que habrá mucha chamba para los diplomáticos mexicanos.

Son buenas noticias, desde luego, porque presuponen la reactivación del perfil externo de México que se había extraviado desde la crisis económica de 1982. La diplomacia mexicana desde entonces se enconchó. No podían emprenderse iniciativas de ofensiva porque todo se iba en ver de dónde obteníamos créditos para pagar la deuda y más adelante en ver cómo nos enganchábamos a la bonanza económica norteamericana.

No eran los cancilleres, y mucho menos los embajadores y cónsules mexicanos, los encargados de promover iniciativas y de concertar acuerdos internacionales, sino los cuadros formados en la Secretaría de Hacienda y la Secofi quienes conducían este tipo de negociaciones. En el mejor de los casos, las misiones diplomáticas de México se concretaban a servir de apoyo logístico para que los otros pudieran hacer su trabajo.

Pero ahora las condiciones están dadas para que la Secretaría de Relaciones Exteriores retome su papel conductor de las negociaciones con el exterior, sólo que la gran cuestionante es si está preparado el Servicio Exterior de carrera para comprender el giro que pretende darle Vicente Fox a la diplomacia mexicana.

Tantos años de letargo y de creer que con la simple enumeración de los llamados principios de no intervención y autodeterminación bastaba para defender los intereses de México, llevaron a los diplomáticos mexicanos a creer que en efecto seguían una directriz, y que en efecto ejecutaban "política exterior", cuando lo que hacían era mera...

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