Van por un sueño de integración

AutorMarcela Corral

Los lápices son arrojados sobre el escritorio, el pegamento y el papel de china que decoraba el dibujo de una naranja son abandonados y el nuevo paso de baile que con suma concentración se ensayaba frente al espejo pierde importancia en cuanto suena el timbre a media mañana.

A esa hora, los útiles escolares son canjeados por los balones, los gritos, los dulces de la tiendita y las charlas con los amigos en el patio, durante el recreo en el Instituto Down, A.C.

La población de la primera escuela en Monterrey en atender a personas con síndrome de Down, es de apenas 105 alumnos, 60 por ciento de ellos becados, pero la algarabía que todos los días se vive en salones y pasillos es tan grande, que sus maestras aseguran irse a su casa con una nueva lección de vida después de cada jornada.

Con sus hijos de la mano y ninguna institución en el estado que brindara atención integral a niños especiales, un grupo de ocho matrimonios decidió unir esfuerzos para crear la Asociación Down, A.C., que en 1978 empezó con un programa de enseñanza para 12 pequeños en aulas improvisadas en modestos inmuebles rentados.

"En aquel entonces, lo que queríamos era tener nuestras instalaciones físicas permanentes, y no andarnos cambiando de la Zona Centro a la Colonia Vistahermosa y luego a la Angela Peralta en casas muy incómodas", recuerda Jesús Coronado, actual presidente de la Asociación.

El sueño se hizo realidad en 1986 con la construcción de su edificio en Avenida Pío X 1100 Sur, en donde actualmente el Instituto Down ofrece no solamente escolaridad y talleres laborales a niños, jóvenes y adultos Down, sino también capacitación a sus maestras y charlas informativas sobre esta condición genética a padres de familia y la comunidad en general.

"Las maestras aquí en la institución estamos convencidas de que se puede lograr una educación semejante y una integración a la sociedad si se les da la oportunidad a estos muchachos, por parte de la sociedad y por parte de su familia", dice María Rosa Beltrán, orgullosa directora del instituto.

Y muchachos para ella son todos, desde los más pequeños que integran el programa de estimulación temprana al lado de sus padres, hasta la mayor de sus alumnas, que este mes estrenó sus 57 años.

"Lo que hacemos es una labor educativa como cualquier escuela, aquí aprenden a leer, a escribir, a usar la calculadora; los mayores son muy buenos con la computadora, de hecho saben entrar a internet, mandan mails y bajan información que les...

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