Urge apoyo para Arturito

AutorImelda Robles

En la pared de su casa cuelgan dos fotografías de un bebé de ojos grandes y cabello castaño. Una es la última antes del ataque que cambió su vida.

El 12 de abril del 2005 un hecho cimbró a la comunidad: un niño de tres años había sido rociado con gasolina por una mujer drogadicta que después le prendió fuego con un cerillo.

Arturito jugaba en el patio del centro cristiano Rehabilitación de Marginados, en Juárez, donde vivía con su mamá Rosa Elena Gutiérrez San Miguel.

Al parecer, el ataque fue por venganza contra la mamá del niño. Nunca habrá la certeza de la verdad.

El pequeño resultó con el 95 por ciento de su cuerpo quemado, y sobrevivió gracias al traslado de emergencia de la Fundación Michou y Mau al Hospital Shrinners de Cincinnati.

Pasó un año y una semana para que Arturito, después de innumerables procedimientos médicos, regresara a Monterrey. Ese periodo fue sólo el inicio de un camino largo para sacarlo adelante.

Hoy, Arturito tiene 12 años, y más allá de sus cicatrices notables a simple vista, las heridas más profundas están en su interior.

SIN LEER NI ESCRIBIR

Arturo Osvaldo no sabe leer ni escribir. No va a la escuela y sólo concluyó preescolar. Sabe escribir su nombre y lo pone en casi todos los dibujos que hace a diario para su mamá. Es un niño inquieto, tierno y sensible.

Por el ataque perdió un porcentaje de audición y recibió unos aparatos auditivos que se sostenían con una diadema. Sin ella no se los podría poner porque no tiene la forma de la oreja. Sin embargo, su mamá comenta que le lastimaron y dejó de usarlos.

Tampoco ha podido desarrollar el habla.

Rosa Elena platica que pensó en inscribir a su hijo a una primaria regular, pero le dijeron que no se iba a adaptar, entonces asistió por unos dos años al Centro de Atención Múltiple Profesora Amelia González Rodríguez, ubicado cerca de su casa, en la Colonia Jardines de Villa Juárez, en Juárez.

El niño ya no quiso asistir desde agosto pasado porque decía que siempre le enseñaban lo mismo y se peleaba con otros niños.

"(Necesita) Una maestra que le dé clases particulares a él solo para que pueda salir adelante porque él sí hace caso con las maestras. Yo ya lo tuve con una maestra (hace dos años), lo llevaba a su casa, por semana pagaba 350 pesos", dice la mujer de 47 años.

"Ya no puedo pagarlos, ahorita no tengo trabajo, ni luz, ni agua. Se deben 10 mil y feria de agua y lo poquito que yo saco es para darles de comer a mis hijos".

Es madre soltera y además de Arturito...

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