Universo submarino

AutorAlessandro Triacca

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PUERTO MORELOS, Quintana Roo.- A través del visor empañado se cuelan colores brillantes, seres enigmáticos, formas desconocidas: de pronto, estamos en otro mundo, un lugar recóndito provisto de una aterradora belleza.

Quizá, por eso, nuestra reacción inicial es sacar la cabeza del agua; cerciorarnos de que allá afuera, sobre la superficie, todo sigue igual.

Ya reconfortados por el sol y las sombrillas que se miran en la playa, nos volvemos a sumergir para seguir explorando ese universo submarino que ejerce una poderosa fascinación sobre cualquier viajero.

Se trata del Sistema Arrecifal Mesoamericano, que se extiende a lo largo de mil 100 kilómetros, desde la punta norte de la Península de Yucatán hasta las Islas de la Bahía en Honduras. Es el mayor arrecife de coral en el Hemisferio Occidental y el segundo más grande del mundo, tan sólo detrás de la Gran Barrera de Australia.

La primera impresión es una auténtica explosión de colores. Bancos de peces nadan tranquilamente entre algas, piedras y corales, que en sus complicadas formas terminan por conformar un paisaje casi surrealista. Aún más fascinante toparse con estas especies: barracudas, rayas águila, peces trompeta y tortugas carey.

Las corrientes submarinas agitan con violencia los corales, en su mayoría tubulares y en forma de abanico. Parecen árboles diminutos expuestos a un viento implacable.

Para explorar los secretos de este exuberante ecosistema, un buen punto de partida es la pintoresca localidad de Puerto Morelos, ubicada a medio camino entre Cancún y Playa del Carmen.

Desde la playa de esta comunidad pesquera es posible observar cómo el mar se rompe en diminutas olas a unos 200 metros de la costa. Esa delgada franja de espuma señala dónde comienza el arrecife.

Para llegar hasta ahí, una decena de embarcaciones varadas sobre la blanca arena espera a los visitantes. Son operadores certificados que proveen todo el equipo necesario para realizar la exploración: chaleco salvavidas, aletas, visor y esnórquel.

Tras 10 minutos mar adentro en lancha, unos parches multicolores que se observan bajo el agua anuncian el asombroso escenario.

Los guías nos advierten que nademos con cautela para no pisar el arrecife.

De los peces no hay que preocuparse demasiado, pues ni siquiera se inmutan ante la presencia humana. Además, ni el nadador más avezado podría igualar su agilidad.

El recorrido contempla varias paradas a lo largo del arrecife, con el objetivo de observar las diferentes...

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