Francisco Ugarte Corcuera / Fue Escrivá un Quijote de Dios, dice Benedicto XVI

AutorFrancisco Ugarte Corcuera

Conocí al fundador del Opus Dei el 15 de mayo de 1970, día en que llegó a México por primera y única vez. Cinco años después, el 26 de junio de 1975 -se cumplen ahora 30 años-, fallecía en Roma ante una imagen de la Virgen de Guadalupe.

Durante los 40 días que permaneció en nuestro país, tuve la fortuna de convivir con él y esa cercanía dejó en mí una impresión precisa: la de un hombre muy humano y muy sobrenatural.

Su trato era cercano, amable, enérgico, alegre y comprensivo. Se palpaba que estaba muy cerca de Dios.

Cuando el Cardenal Ratzinger fue elegido Papa, me pregunté qué pensaría sobre Josemaría Escrivá. Encontré la respuesta en dos intervenciones suyas: una con motivo de la beatificación y la otra en torno a la canonización de San Josemaría. En ambas destaca una idea central: la manera como el fundador del Opus Dei entendía y vivía la santidad.

En primer lugar, según Ratzinger, corrigió un concepto erróneo: "Como en los procesos de canonización se busca la virtud 'heroica' podemos tener, casi inevitablemente, un concepto equivocado de la santidad, que estaría reservada para algunos 'grandes' de quienes vemos sus imágenes en los altares y que son muy diferentes a nosotros, normales pecadores.

"Ésa sería una idea totalmente equivocada de la santidad, una concepción errónea que ha sido corregida -y esto me parece un punto central- precisamente por Josemaría Escrivá".

En segundo lugar, la aportación de Escrivá de Balaguer en torno a este concepto ha consistido, según el Papa, en haber actuado "como un despertador, clamando: No, la santidad no es lo extraordinario sino lo ordinario, lo normal para cada bautizado. La santidad no consiste en ciertos heroísmos imposibles de imitar, sino que puede hacerse realidad en cualquier sitio y profesión. Consiste en dirigir a Dios la vida ordinaria y penetrarla con el espíritu de la fe".

Y añade que "santidad significa llegar a ser semejantes a Cristo. Josemaría Escrivá consideró esta llamada no sólo dirigida a sí mismo, sino sobre todo como un encargo para transmitir a los demás".

Este planteamiento de la santidad exige una condición que en la vida de San Josemaría se resume en una frase afortunada que Ratzinger le atribuye: Dejar obrar a Dios. Y destaca algunos aspectos de la vida del santo que lo ponen de manifiesto:

"Josemaría Escrivá se dio cuenta muy pronto de que Dios tenía un plan con él, pero no sabía qué era. En esta búsqueda le movió especialmente la historia del ciego Bartimeo. Jesús le...

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