Tras el sueño americano

El clima templado en el interior del camión hace que el aire caliente del exterior se sienta como lenguas de fuego al terminar el viaje y salir a la calle, donde se registran, de acuerdo con el radio, 41 grados centígrados a la sombra.

Un polvoso ventilador empotrado en la pared de la central de autobuses avienta algo de aire a un joven que vende boletos de salida, en tanto la gente atraviesa los sucios pasillos y sale a la calle donde el sol les recibe de frente entre solitarios comercios de aguas frescas, bazares y taquerías.

Ese es el ambiente que recibe a muchos viajeros que llegan a Ciudad Acuña de muchas partes del país, incluso de Sudamérica, con la intención de no regresar, con la firme intención de pasar la frontera de "mojados" y cumplir a su manera el sueño americano... el mismo ambiente que ha matado a algunos de ellos.

Tan pronto llegan a la central de autobuses, no falta quien note la novatez y les indique que en la plaza principal, en la plaza Benjamín Canales frente a la Presidencia Municipal, sólo deben sentarse a esperar, pues los coyotes no tardarán en encontrarlos a ellos.

Sentados en cualquier banca de la plaza, entre los paseantes, vendedores y boleros, pronto llegará quien ofrezca sus servicios a quien cumpla con los requisitos: tener pinta de foráneo y llevar maleta o mochila.

De camino a la plaza, las miradas de la gente ignoraban al reportero, no así las de un grupo de unos seis hombres que permanecían en las bancas en espera de "clientes" para exportar.

-Vámonos, vámonos, ya mero nos vamos- dijo un hombre delgado con sombrero mientras emparejaba sus pasos con los del reportero- Vámonos, ya mero salimos pa'l norte.

-Yo voy para San Antonio- dijo el reportero

-Vámonos ya está; mil 500...

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