Transforma la tragedia

AutorMaría Luisa Medellín

Muchas noches después de aquel 17 de abril de 1999, en que un ebrio impactó su Mercedes Benz contra el carro donde venían su hija Alejandra y cinco amigas, Ana Luisa Solís planeó la venganza con un placer infinito; con dolor, rabia e impotencia a la vez.

Como católica, su conciencia le dictaba acogerse a la justicia divina, pero se rebelaba, ¿cómo alguien le podía arrebatar lo que más quería sin mostrar el menor arrepentimiento?

"Yo quería que el señor (Ricardo) Boone sufriera, que sintiera el dolor que yo sentía. Deseaba ofenderlo, decirle todo el daño que me había hecho, planeaba tantas cosas+ era una forma sadomasoquista de satisfacción".

De eso han pasado casi dos años, y aunque un poco más tranquila, vive con sentimientos encontrados: el dolor de la pérdida, sumado a que de la boca del responsable no ha salido un "lo siento", y su preocupación porque nadie más muera a causa de un conductor alcoholizado, que la han llevado a encabezar el grupo Madres en Duelo.

Se trata de una pequeña célula que se ha creado en el rumbo de Cumbres para darse fortaleza mutua ante la pérdida de un hijo o hija. También ofrece charlas ante auditorios juveniles intentando prevenirles de los riesgos del alcohol y la velocidad. Es, tal vez, la luz al final del túnel, algo positivo después de la tragedia y el dolor.

Sentada en la sala de su casa, en la colonia Cumbres, Ana Luisa ahoga un sollozo. Todo a su alrededor recuerda a Alejandra. Sobre una de las mesitas está una fotografía de ella y un cofre plateado con sus cenizas. En las paredes, un gran cuadro pintado por Anita, la pequeña de la casa, la simboliza como un ángel que cobija con sus alas a la familia.

De hecho, la pintura ha sido su mejor terapia, y la de Ana Luisa también. En los momentos de mayor desesperación, descargaba su ira sobre el lienzo. Hay que ver esos cuadros, saturados de rojo carmesí con furiosos pincelazos, densos, oscuros, como si la luz no existiera.

"Nada más le di un beso. Diviértete y sé feliz", recuerda que le dijo a su hija momentos antes de que partiera esa noche a la discoteca. "Después ya estaba muerta, nada más vi sus pies pequeños y gorditos cuando salió del quirófano tapada con una sábana".

En esta semana, la Policía llamó a la familia para la reconstrucción de los hechos en el accidente, una diligencia previa a la sentencia que tendrá que dictar en breve el juez cuarto penal.

"Quería ir para ver a los ojos al conductor; quería saber si dormía con la conciencia tranquila", dice esta delgada mujer al tiempo que aprieta los puños y...

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