A tono con el mar

AutorIvett Rangel

ENVIADA

LOS ÁNGELES, California.- Para conocer Venice, desde el afamado paseo marítimo (Ocean Front Walk) y su increíble playa hasta Abbot Kinney, la calle paraíso para los compradores y foodies, hay que resistir la tentación de rentar un par de patines o una bicicleta.

Si bien pasear sobre ruedas es la actividad predilecta de quien visita la zona por primera vez, ya que así se goza del aire fresco y de paso se puede obtener el anhelado bronceado californiano, lo mejor es caminar para prestar atención a los detalles que hacen de este distrito -ubicado frente a la bahía de Santa Mónica- un atractivo para los viajeros.

Luego de aplicar bloqueador y ponerse lentes y sombrero, hay que andar por el corazón de Venice Beach, un lugar desenfadado que parece diseñado así, a propósito.

Es cierto, sólo los más adinerados tienen una residencia en Venice, pero en la siempre animada playa se reúne todo tipo de personajes: artistas callejeros, hippies, yoguis, adivinos, vagabundos, tatuadores, "doctores verdes" (quienes evalúan quién puede consumir marihuana para uso medicinal), turistas y deportistas.

De estos últimos hay muchos. Al igual que en la vecina Santa Mónica, abunda gente en las canchas de basquetbol, tenis y voleibol, así como en las pistas de patinaje.

Pero mención aparte merece Muscle Beach, un gimnasio al aire libre donde decenas de hombres rinden culto al cuerpo. Justo aquí, Arnold Schwarzenegger comenzó su carrera de fisicoculturista e imágenes de entonces se mantienen como inspiración para los actuales usuarios.

Todos conviven en armonía, este es uno de los rasgos que definen al distrito.

En el andar, los paseantes se topan con un personaje que sobresale: Harold Arthur Perry, mejor conocido por todos como Harry Perry. Este músico callejero, que siempre usa turbante, es el ícono de Venice Beach y toca una guitarra eléctrica mientras patina de un lado a otro.

Cuando alguien intenta retratarlo, el músico se cubre el rostro con una de las camisetas que vende y pide que le compren una o un disco compacto, o ambos, a un precio especial de 30 dólares. Sólo entonces suelta una frase o permite que le disparen con la cámara.

Hay más músicos, aunque no tan famosos, como el pianista que pide una propina a cualquiera que le tome una foto.

Se puede caminar de un lado a otro de la playa o continuar hasta el muelle de Santa Mónica o a Marina del Rey, según la dirección que se tome. Sin embargo, lo mejor es descansar de la caminata sobre la arena y...

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