Tesoros ocultos en Peralvillo

AutorEdgar Anaya

El lugar al norte de la Ciudad de México, donde termina Tlatelolco y la Avenida Reforma, que se bifurca para formar las calzadas de Guadalupe y de los Misterios, hoy se conoce como Peralvillo.

Es un barrio humilde que se cruza en auto sin poner más atención en él, o que si acaso sólo se visita para adquirir alguna pieza de sus muchas refaccionarias y talleres, pero es un lugar que encierra historia... y peculiaridades.

Aduana del pulque

Cientos y cientos de barriles con el prehispánico licor de maguey llegaban todos los días de Hidalgo y Tlaxcala, con arrieros, en carretas y también en ferrocarril, al edificio donde se registraba, se gravaba y distribuía a las numerosas pulquerías de la capital del país.

Desde mediados del Siglo 17 se cobraba por el pulque, en la época en que los granos llegaban a la alhóndiga de la ciudad (a unas cuadras de Catedral) y las mercancías de lujo a la Aduana de Santo Domingo, en la plaza del mismo nombre.

En 1852, cuando se dejó de cobrar por el pulque, la aduana cerró, y al trazar la Avenida Reforma su patio trasero se convirtió en pista de vehículos mientras se perdía el carácter provincial del Barrio de Peralvillo. Sin embargo, el elegante edificio fue respetado.

Después de aduana fue cuartel, escuela de arte, secundaria y finalmente se destinó al Instituto Matías Romero (por su cercanía con el edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en la vecina Tlatelolco), donde se prepara a personal para trabajar en el servicio exterior, es decir, en embajadas u organismos internacionales.

En el instituto se guardan tratados de tiempos de la Independencia, y de cuando España vendió la Florida, así como documentos acerca de las Islas Clipperton, el territorio más lejano de México, hasta que fue arrebatado por Francia en 1931.

La aduana del pulque sigue luciendo su parte posterior hacia el lado de Reforma, y hacia la calle Peralvillo, su frente, su entrada bajo el balcón principal, entre arcos, relieves, un escudo de armas, almenas y caídas de agua como cañones, todo trabajado con mano barroca sobre cantera y tezontle.

Iglesia de Santa Anita Atenantitech

A unas cuadras de la aduana se encuentra este templo construido en el Siglo 16 sobre un adoratorio prehispánico y sustituido por la iglesia del Siglo 19 que hoy se ve.

Se dice que cuando el lugar era pueblo de indios, fuera de la ciudad hispana, en la iglesia bautizaron a Juan Diego, en una pila que luego se llevó a Tlatelolco.

Lo que no es un mito es que...

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