Y los sueños, vida son...

AutorMinerva Margarita Villarreal

Con la ingeniosa puesta de "La vida es sueño", de Calderón de la Barca, dirigida por Mónica Jasso, el público regiomontano demostró que ama la excelencia, la innovación y los rigores que exige el teatro clásico.

Dice Alfonso Reyes que Calderón aborda aquí "la historia de un tema que se desenvuelve en la literatura, plegándose al criterio de cada época". Y en esto la directora, fiel al espíritu barroco, hizo un despliegue de avanzada.

Por un lado, logra una intervención en la misma, añadiendo dos piezas poético musicales: "Paso fino", de Plastilina Mosh, y "Duerme soñando", de El Gran Silencio, que parodian el discurso calderoniano abordándolo y nutriéndolo desde nuestra temporalidad.

También la escenografía nos asimila: monolítica, en pendiente, congrega la sobriedad de la montaña, el humillado barranco, la torre confinada y el palacio, dando unidad de lugar que en el texto no existe.

Además de una combinatoria fuera de serie en el vestuario, impecable y equilibrado, diseñado para destacar la misión de cada personaje, haciendo de cada uno protagonista de una acción que tensa las más grandes pasiones: amor, ambición, honra y poder ante el péndulo del libre albedrío, que no es lo mismo que la libertad.

Una disposición escénica justa, plasticidad y movimientos paródicamente elegantes entre los personajes que tienen como centro la disputa entre el encadenado Segismundo y el rey...

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