Sucesión dinástica

AMMAN (AFP).- La designación oficial de Bashar al Assad para acceder a la Presidencia de Siria, vacante tras la muerte de su padre, constituye la primera sucesión dinástica en una República árabe.

"En poco más de un año, el mundo árabe habrá conocido cuatro sucesiones: los Monarcas Abdalá II de Jordania, Mohamed VI de Marruecos, Hamad ben Issa al-Jalifa de Bahrein y el Rey-Presidente Al Assad II de Siria", comentó un diplomático occidental.

"El mundo árabe, integrado en su gran mayoría por monarquías coronadas o monarquías republicanas, sigue siendo el mismo desde hace más de 30 años, con dirigentes autócratas que se disponen a perpetuar su poder, incluso después de su muerte", dijo ayer un analista político.

Si bien la sucesión dinástica en una monarquía es un derecho reconocido por la Constitución, el legado del poder de un Presidente electo a su hijo exige Constituciones elaboradas a la medida.

Aunque el Presidente Hafez al Assad dedicó los últimos años de su vida a formar a Bashar como sucesor tras perder a su hijo mayor Basil, fallecido en 1994 en un accidente automovilístico, la muerte se lo llevó antes de que tomase todas las disposiciones "legales".

Bashar, un oftalmólogo de 34 años oficialmente designado candidato al cargo supremo por el oficial Partido Baas (nacionalista árabe), fue inmediatamente ascendido a Teniente General y nombrado Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, una posición que generalmente se reserva a un Presidente electo. El Ejército es uno de los pilares del poder, junto con el Baas.

Iraq, otra "República monárquica baasista", limítrofe con Siria, también es dirigida con mano de hierro por Sadam Hussein, un "Presidente vitalicio" desde 1979.

Su delfín, el mayor de sus dos...

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