Sofía Orozco / Octubre, Luna y cáncer

AutorSofía Orozco

Ya todos sabemos que cuando empieza octubre hay que poner los ojos en el cielo.

La Luna de octubre o las lunas en todas sus fases marcan las noches del mes y a veces también los días: muchas mañanas frescas la Luna sigue visible y aunque eso pasa varias veces al año, es precisamente en este mes en que buscamos la Luna, cuando la encontramos hasta de día.

El cliché dice que es por la belleza, la ciencia nos dice que es por su máxima cercanía con la Tierra; el asunto es que octubre y Luna suenan hasta en las más cursis canciones, son términos ligados uno a otro y queriendo y no, terminamos poniendo la mirada y la atención en ello.

Casi de igual forma, de unos años acá, octubre y cáncer también van juntos. La OMS ha designado desde hace años a nivel mundial a este mes como el de la sensibilización de la lucha contra el cáncer de mama y con ello, al igual que con la Luna, hemos terminado relacionando ambos términos y poniendo ahí la mirada y la atención, con un elemento más: el listón rosa.

Dicen que el lazo rosa nació como un pequeño distintivo usado por algunas mujeres sobrevivientes de cáncer en una competencia deportiva en Nueva York, y de ahí se dispersó hasta volverse un símbolo que fue adoptado por instituciones, personas y, por supuesto, compañías que comercializan productos diversos.

Según la página de nuestro IMSS, el color rosa se eligió por hacer referencia a lo "femenino"; considerando que esto data de cuando se creía que el cáncer de mama sólo daba a mujeres y de cuando relacionar color e identidad de género no era políticamente inaceptable, así como su exitosa divulgación y aceptación, poco o nada nos cuestionamos que el listón sea rosa.

Si hasta el cereal más dudoso por sus ingredientes y endulzantes potencialmente cancerosos o el desodorante más corrosivo usan el listón rosa en sus empaques para traer la atención al tema y a nadie le molesta el tono, a nosotros menos. El listón es rosa, pero, como dice una muy querida amiga que pasó por ese terrible proceso: el cáncer no es rosa.

Y no, no lo es. Quizá sea sobre todo negro. Negro para quienes enferman, negro para quienes reciben tratamientos dolorosos y costosos, negro para las familias y amigos que los rodean, negro para quienes no tienen recursos económicos para solventar estudios carísimos, negro para quienes ni siquiera tienen acceso a un médico general, mucho menos a un especialista. Negro para quienes están en la incertidumbre, negro para quienes son...

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