Sobreaviso / Costos y ganancias

AutorRené Delgado

La fórmula suena espléndida, pero es prácticamente imposible. Desarrollar una política sin costos, con altos beneficios y una fuerte dosis de protagonismo, simple y sencillamente no es posible. Sin embargo, se insiste en la idea y, así, se están llevando al traste los grandes proyectos nacionales que, supuestamente, serían el manjar de la segunda mitad del sexenio.

Por si eso no bastara, al juego se ha agregado un ingrediente en extremo peligroso. De esos proyectos, se ha hecho un fetiche. Si no hay reforma fiscal, el País va al desastre. Si no hay acuerdo migratorio con Estados Unidos, la relación bilateral es imposible. Si no hay reforma eléctrica, no hay crecimiento. Si no hay reforma laboral, no hay competitividad.

El juego es de una enorme perversidad y, absurdamente, la única herencia que va a dejar es incrementarle el costo al próximo Gobierno sin importar qué fuerza lo encabece.

...

Hasta hace un par de meses, los indicios apuntaban en la dirección de asumir el costo de las reformas estructurales lo antes posible para dejarle al próximo Gobierno un mayor margen de maniobra y una herencia lo menos pesada posible.

A partir de esa idea, se entendía que el Gobierno y las fuerzas políticas aportarían sus respectivos granos de arena y asumirían los consecuentes costos porque, al final, la ganancia política sería compartida entre las propias fuerzas políticas y el país desde luego. La lógica era simple. Había que favorecer los acuerdos necesarios para que, aun cuando en una primera instancia se presentaran como costos, el resultado dejara en claro que se trataba de una inversión política. El Mandatario le daría un contenido de fondo a la alternancia y las fuerzas políticas entrarían, en su momento, a competir por el poder en mejores condiciones.

Ahora, sin embargo, aparecen de nuevo los indicios del juego aquel donde todo se reduce a endosarle el costo a quien se deje y, si no se puede hacer esa factura, cargarle todo el costo al País.

Lo más impresionante de ese juego es -como se apuntaba- convertir esas reformas y el acuerdo migratorio en un fetiche, en un objeto de veneración insustituible. Ese discurso se mantiene y, conforme pasan los días, las complicaciones dejan ver que probablemente no habrá reformas ni acuerdo alguno. Con todo, la expectativa se sigue inflando e inflando pero ni el Gobierno ni los partidos políticos reparan en lo absurdo que es alentar ese discurso cuando la operación política corre en sentido contrario.

Así...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR