Desde la Sinagoga / Cuando lo bueno pesa más que lo malo

AutorRabino Moisés Kaiman

Lo que nos puede pasar a veces parece increíble.

Hay una historia de un señor rico que nunca en su vida dio un peso o un pedazo de pan a un pobre.

Al llegar a su vejez enfermó gravemente y los médicos le dieron sólo unas horas o pocos días de vida.

El hombre estaba consciente de esta situación y le dijo a su esposa y a sus hijos que quería que le trajeran de su restaurante favorito una gran cena, con todos sus platillos preferidos.

Los médicos dijeron que eso podía ser peligroso, pero el hombre insistió.

Los hijos cumplieron su deseo y le trajeron la comida.

El enfermo de sólo ver la comida se puso muy feliz.

Antes de comenzar a comer llegó a su casa un hombre muy pobre y hambriento, y pidió comida, ya que hacía dos días que no probaba bocado.

El pobre hombre sólo de ver y oler la comida se desmayó.

El hombre pidió que le dieran toda la comida al pobre.

El hombre pobre se fue muy agradecido diciendo que le habían salvado la vida.

A las pocas horas el enfermo murió y fue enterrado.

Días después el hijo soñó con su padre y en el sueño le preguntó cómo estaba.

El hombre le dijo que muy bien y feliz en el paraíso.

Cuando murió, la acción de haberle dado de comer al hombre pobre pesaba más que las cosas malas que había hecho durante toda su vida.

Así que le pidió que a partir de ese día ayudara a la gente pobre.

¿Cómo es posible que por dar una sola vez de comer a un pobre llegó al paraíso, y este solo acto pesó más que todas las veces que no dio nada?

La respuesta es que no se trata de cuánto damos sino de cómo damos, sabemos que esa comida era su última voluntad y ese...

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