Jesús Silva-Herzog Márquez / El ogro demediado

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

En agosto de 1978, Octavio Paz publicó en Vuelta lo que sería, muy probablemente, el ensayo más penetrante sobre el régimen político posrevolucionario.

El título anunciaba a un monstruo enamorado de la humanidad. El Estado mexicano era un "ogro filantrópico". Una criatura contrahecha. Una bestia que se levantaba sobre la sociedad y la economía para conducirlas con arbitrariedad, pero también con eficacia. Un engendro premoderno que servía, sorprendentemente, como palanca de la modernización.

El Estado mexicano había creado dos burocracias paralelas. La primera "está compuesta por administradores y tecnócratas: constituye el personal gubernamental y es la heredera histórica de la burocracia novohispana y de la porfirista. Es la mente y el brazo de la modernización. La segunda está formada por profesionales de la política y es la que dirige, en sus diversos niveles y escalones, al PRI. Las dos burocracias viven en continua ósmosis y pasan incesantemente del Partido al Gobierno y viceversa".

Al lado de la casta dedicada a la reproducción política del régimen, se abría paso un grupo de técnicos empeñados en impulsar un proyecto de modernidad. Burocracia partidista y burocracia técnica: dos concepciones de la política, dos proyectos, dos nociones de la política, dos sensibilidades.

Paz percibía en ese equilibrio inestable y tenso, una de las claves del régimen. El viejo Gobierno priista se sostenía por esa tirantez. Los contrapesos del régimen eran fundamentalmente internos: dos facciones contrapuestas que no podían ignorarse. El Presidente era una especie de árbitro que mediaba entre las tendencias. La proverbial flexibilidad ideológica del priismo era, en buena medida, expresión del vaivén de sus tendencias.

Ése era, pues, otro PRI. El partido que ha recuperado el poder ya no es el partido bifronte que describía el poeta. La alternancia sirvió al PRI para reducirse a una sola facción y cohesionarse bajo el molde de la política mexiquense: disciplina, solemnidad y corrupción.

El PRI de Enrique Peña Nieto no es el partido estructuralmente confrontado del siglo 20. La "casta política" barrió a su adversario. El Gobierno federal ha limpiado las fricciones ideológicas. No quedan técnicos ni aparecen las ideas. El verdadero proyecto de la administración es el consenso, es decir, la falta de proyecto.

No aparece una tensión entre la razón técnica y la estrategia política; no se percibe ya tirantez entre el proyecto y el método porque el propósito...

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