Jesús Silva-Herzog Márquez/ Contradicciones de Blair

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Hay dos modos de encarar una polémica. La primera es detectar el argumento de paja y al defensor más débil de una posición y dirigir la batería en contra de ellos. Nos retratamos frente al enano y parecemos inmensos. Se ubica al más torpe del equipo y se le exhibe como si fuera el perfecto representante del grupo; se encuentra el tropiezo más penoso y se muestra como el prototipo de su gimnasia.

La segunda forma de la polémica es encarar la seriedad de los desafíos que presenta el otro. En lugar de lidiar con el argumento más débil, enfrentar el que parece más fuerte. En la crisis del momento, pues, puede elegirse entre la burla del chusco personaje que gobierna a los Estados Unidos y su insostenible discurso o el análisis de las razones que argumenta su aliado en Londres.

En la posición de Bush no hay más que la simpleza mesiánica de quien ha sido llamado por Dios para enderezar al mundo, después de vencer al satanás del alcohol. No es raro que, fuera de la isla cultural norteamericana, sus alegatos sean descartados tajantemente. Quien no comparte la idea de la bondad esencial de ese pueblo y el propósito angelical de su gobierno, difícilmente podrá digerir su prédica guerrosa. En el Primer Ministro inglés, las cosas son muy distintas. Quizá a fin de cuentas sus argumentos no resultan convincentes, pero es necesario tomar en serio sus razones.

Hay una pasión argumentativa en el Primer Ministro. En pocos políticos de nuestro tiempo puede encontrarse esa vocación por el argumento persuasivo. Subrayo el elemento de la razonabilidad. Todos los políticos necesitan convencer a los otros. Lo notable en Blair es que, en esta era mediática, no es un político que recurra a la persuasión sentimental, sino a las razones, las pruebas, los valores.

El laborista no se hace retratar con sus adeptos en eventos perfectamente coreografiados; enfrenta a sus críticos, escucha las objeciones que se le presentan, expone sus argumentos. Ahí estaba Blair ante las cámaras de MTV respondiendo a las preguntas de los jóvenes que rechazaban enérgicamente la guerra; ahí está el primer ministro en largas entrevistas de televisión; ahí está nuevamente en el Parlamento desplegando sus razonamientos y contestando a sus opositores.

El discurso de Blair ante la Cámara de los Comunes el pasado martes 18 es una pieza retórica que merece atención. Tal vez sea imposible acompañar al Primer Ministro hasta la desembocadura de su política, pero es innegable que hay en su posición...

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