Siguen brillando 20 años después

AutorDaniel Santiago

Hace 20 años acababan de salir de secundaria y, al mismo tiempo que incrédulos, también estaban emocionados por la noticia: Habían obtenido los más altos puntajes en el examen para ingresar a las preparatorias de la UANL.

Hoy son brillantes profesionistas con maestría cuya dedicación no quedó en aquel momento.

Sus historias son sólo algunas de las decenas que EL NORTE ha dado cuenta cada año desde que la Máxima Casa de Estudios comenzó a convocar a miles de jóvenes a su concurso de ingreso desde 1992.

Contactados dos décadas después, tres chicos de aquellas primeras generaciones cuentan qué siguió a aquel día en el que sus logros fueron noticia.

Hablan de sus experiencias en la universidad, de lo que aprendieron en esta etapa, el cómo se decidieron por un posgrado; y reconocen que ahora, en el ámbito laboral, siguen igual de dedicados, claro, con una perspectiva y madurez distinta, pero igual de preocupados por el bien de los demás.

Es una especialista en reproducción asistida

Ahora es la doctora María Esther Monrreal Alanís, en cuyo consultorio en un hospital privado al norte de la Ciudad ayuda a las mujeres en reproducción asistida, además de ginecología y obstetricia. En 1997, al obtener 570 aciertos obtuvo el segundo lugar de entre 26 mil aspirantes.

"Estás tan chico que no dimensionas el logro, lo vas valorando con el tiempo", cuenta María Esther, de 37 años de edad. "Este puntaje me abrió muchas puertas".

La principal, recuerda, fue la oportunidad de estudiar en lo que ese año era el naciente proyecto CIDEB, el primer modelo de preparatoria bilingüe en la UANL que en aquel entonces albergaba la Preparatoria No. 15 y que ahora está en Unidad Mederos.

Después ingresó a Medicina, la carrera que siempre tuvo en mente. Se fue de intercambio a España, para luego estudiar en el Hospital Christus Muguerza una especialidad. Posteriormente regresó a la UANL para la subespecialización en reproducción asistida.

"Abrirte campo actualmente en la medicina privada no es fácil, sobre todo en una ciudad como la nuestra, en donde la competencia es mucha, lo cual es muy bueno para el paciente, pero te amerita mucho sacrificio, inversión económica, tiempo, experiencia", apunta.

"En los primeros años de mi vida profesional tuve la fortuna de que unos maestros míos en el Conchita me dieran la oportunidad de dar consulta en su clínica. Es a los cinco años que logro independizarme, que logro poner mi consultorio particular, ejerciendo mi subespecialidad que...

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