Un siglo de fe y formación

AutorMaría Luisa Medellín

Tras la Guerra Cristera y su feroz persecución religiosa, los problemas entre Iglesia y Estado se agudizaron.

El Gobierno dio órdenes para el cierre de colegios católicos y la expropiación de sus inmuebles, entre ellos el de las hermanas del Sagrado Corazón de Jesús.

Ellas ya habían sufrido los efectos de la "Ley Calles" que entró en vigor en el País en 1926, y tuvieron que esconderse en casas de ex alumnas e incluso viajar a Laredo, Texas, donde siguieron dando clases por varios años a un grupo de estudiantes que las acompañó en su exilio forzado.

En Monterrey, el centro escolar, cuya sede era el edificio de la hoy Escuela Superior de Música y Danza, seguía en funciones con maestros seglares y bajo la dirección de la teatrista Elisamaría Ortiz, pero eso no despistó a las autoridades que resolvieron el cierre.

La orden venía de México, pero Elisamaría viajó a la capital del País y se coló hasta la oficina del Presidente Lázaro Cárdenas, en Palacio Nacional.

Mariela Peña Kipper, una religiosa del Sagrado Corazón de Jesús que supo del episodio por voces más antiguas, cuenta que fue tal la vehemencia de Elisamaría, que el Mandatario ordenó a su secretario comunicarse a la oficina correspondiente para indicar que por instrucciones del Señor Presidente cancelaran el cierre del colegio, algo que sucedió después en otras escuelas dirigidas por congregaciones religiosas.

La también coordinadora de formación social cristiana del Instituto Mater narra que el Colegio de las Damas, como se llamaba entonces, y del que ella egresó, tenía además un internado para niñas y jóvenes de diversas partes de la República.

"Elisamaría expuso que era un colegio donde había religiosas y que deseaban sacarlo adelante", agrega Mariela, menuda, de cabello corto y blanco.

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Hace un siglo, el 23 de octubre de 1908, llegaron a este árido reino nueve religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, la mayoría de origen francés, como la fundadora de la orden, Magdalena Sofía Barat, hoy santa.

Fue Monseñor Leopoldo Ruiz y Flores, Obispo de Linares, quien envió una carta a la superiora general en Roma, la madre Mabel Digby, para solicitar esa presencia, ya que antes habían iniciado su labor educativa en la Ciudad de México, Guadalajara y San Luis Potosí.

"Louise Choron, procedente de Missouri, de quien se dice tenía una inteligencia sorprendente, fue designada superiora", relata María Luisa Pérez Maldonado, quien representa a las seis veteranas y dinámicas religiosas de la actual...

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