Hasta siempre, Missael

AutorÁngel Chávez Córdova

Desde el fondo se envía un largo servicio a Missael Espinoza. El jugador levanta el pie y suavemente, muertita, la pelota queda pegada a su empeine.

Parece que tiene adhesivo en sus botines, porque el balón se une al pie como si en ese instante fuera parte suya indisoluble.

Así lo hace aparecer el Gran Missa, con su magistral técnica, su virtuosismo en el dominio de la esfera, como pocas veces se ha visto en cualquier jugador de futbol.

De veras. Missael Espinoza era un verdadero prestidigitador con la de gajos. Resultaba asombroso ver el control que ejercía sobre su gran amigo el balón.

Esa soberbia potestad lo convirtió en uno de los jugadores más admirados en el arte futbolístico, convertido en magia viva por la asociación a ella de filigranas, adornos y fantasías de pasmo.

Con tal señorío, Missael ejecutaba vistosas fintas, increíbles pases o goles espectaculares. Y recibías aplausos a granel, tras acabar con la estupefacción que generaban sus lances extraordinarios.

Así, en la historia quedaron aquellas manifestaciones de maravilla, de la más depurada técnica que sólo aparece allá muy de vez en vez.

Durante más de 20 años, Missael deslumbró a los espectadores del futbol fascinante. Y ahora, cuando emprende el retiro, su imagen quedará por siempre en la memoria de todos quienes tuvimos el placer de admirar sus genialidades.

Estelar desde pequeño

Eduardo Missael Espinoza Padilla nació en Tepic, Nayarit, el 12 de abril de 1965. Allá en su barrio empezó a jugar futbol, con tanta capacidad que pronto fue seleccionado de su estado para jugar el Torneo Nacional Benito Juárez de Primera Fuerza celebrado en Irapuato en 1981.

Allá lo vio el polaco Valdemar Vasilevsky, quien lo llamó para integrar la Selección Nacional Amateur.

Así, apenas a los 16 años, Missa vistió por primera vez la camiseta tricolor, ésa que portó en selecciones de distintas categorías hasta llegar incluso a la mayor.

Con la Selección jugó el Torneo de Cannes en marzo de 1984, donde igualmente sobresalió, tanto así que recibió ofertas del futbol francés, específicamente del Cannes de Segunda División, pero no aceptó.

Como su accionar fue al nivel de siempre, superior, Francisco Avilán lo llamó al Monterrey, donde el "Potrillo" era entonces entrenador de las Fuerzas Básicas.

De esta forma, Missael se convirtió en rayado la temporada 1984-85, la cual inició como titular los dos primeros juegos, con la dirección técnica del uruguayo Roberto Matosas.

Por cierto, existe una imprecisión. El propio Missael ha dicho que su debut fue el 19 de septiembre de 1984, pero en realidad fue el domingo 19 de agosto de ese mismo año.

En la primera jornada, el Monterrey empató 1-1 con los Ates en Morelia, quienes se pusieron adelante a los 28 minutos con...

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