Por siempre en la memoria

AutorMariana Montes

El frío era intenso en Monterrey aquel 31 de enero de 1979, hace 40 años. Un día gris y con un Cerro de la Silla oculto por las nubes.

En cualquier otro día invernal, los regios hubieran estado en sus hogares u oficinas con los calentadores encendidos para evitar el helado ambiente. Pero ahora era un día extraordinario.

Miles de católicos locales y provenientes de otros estados habían elegido pernoctar desde un día antes, el martes, en el lecho del Río Santa Catarina con la mirada puesta en el entonces llamado Puente San Luisito.

Ya para el miércoles, día de la cita, se formó un caudal humano. Todos, hombres y mujeres, chicos y grandes -entre 1 millón 500 mil y 2 millones fue el cálculo- soportaron el frío para ser testigos de la primera visita de un Papa a Monterrey.

Era Juan Pablo II, el polaco Karol Wojtyla, el Papa Obrero, el carismático y joven Pontífice (58 años de edad), quien apenas tres meses antes había sido elegido sucesor de San Pedro.

"Recuerdo que hubo una gran dificultad para que el Papa viniera a Monterrey, porque fue una visita que no tuvo mucha planeación", cuenta el Padre Francisco Gómez, hoy Vicario General de la Arquidiócesis.

En 1979 tenía 26 años y apenas se le había impuesto la investidura sacerdotal.

"Nos informaron, primero, que el Papa no iba a venir, luego que sí iba a venir, pero iba a pasar nada más en helicóptero y saludar desde ahí, y luego por fin se logró que viniera".

Laura Garza era un ama de casa de 22 años. Ella y su esposo decidieron ir al Santa Catarina para conocer al ahora San Juan Pablo II.

"Caminamos muchísimo para llegar, todo era a pie porque estaba paralizado, no había por dónde irse. El frío era tremendo, pero no lo sentíamos por el gusto que teníamos de ver al Papa", comparte.

"Aquello estaba llenísimo de personas. Me acuerdo que había una especie de vallas para que no se desordenara la gente".

Ella se refiere a la cuadrícula hecha con alambre y postes que se tendió entre los puentes Zaragoza y Pino Suárez para evitar el caos.

Entre la multitud también se encontraba Gabriel Garza, entonces de 18 años...

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