Sergio Sarmiento/ Sueldos

AutorSergio Sarmiento

"No puedo ofrecerles ni honores ni sueldos... Quienquiera que ame a su país, sígame".

Garibaldi

Durante mucho tiempo en México se aplicó la política de pagarle sueldos bajos a los altos funcionarios con la idea de que estas percepciones iban a ser compensadas con sobresueldos y bonos especiales o con corrupción.

Pese a sus bajas percepciones nominales, los funcionarios no la pasaban mal. Su nivel de vida, de hecho, era muy superior al de muchos pequeños y medianos empresarios.

Un subsecretario, por ejemplo, tenía usualmente mansiones en la Ciudad de México, en su lugar de origen, en Cuernavaca y en algún destino de playa. Cuando dejaba su cargo, podía permanecer sin trabajar muchos años gracias a los ahorros obtenidos en su función pública.

En los últimos años se buscó cambiar este esquema de ostensible corrupción. Entre las medidas que se aplicaron se cuenta la eliminación de los sobresueldos que recibían los funcionarios. Se han hecho también mayores esfuerzos para impedir que los servidores públicos usen sus cargos para encauzar proyectos de gasto público hacia empresas controladas por ellos mismos o que les paguen comisiones. Para que estas medidas tuvieran éxito, sin embargo, fue necesario también empezar a pagar sueldos razonablemente competitivos a los funcionarios.

El proceso se ha desarrollado con tumbos y dificultades. Los esfuerzos por evitar los desvíos del gasto público han tenido resultados mixtos. Las acciones de las contralorías para impedir que se entreguen contratos públicos a firmas con vínculos con funcionarios han empezado a tener éxito, aunque estas mismas medidas han burocratizado enormemente la gestión pública y han tenido así un costo elevado para los contribuyentes. Quizá una buena señal es que muchos funcionarios de nivel alto tienen hoy que buscar cómo ganarse la vida una vez que dejan el gobierno.

Del otro lado de la moneda, los sobresueldos han desaparecido y los ingresos de los altos funcionarios federales, si bien siguen siendo inferiores a los que reciben los ejecutivos de nivel similar en la empresa privada, han llegado ya a niveles razonables. Un secretario de Estado tiene este año 2000 una percepción total de 127 mil 381 pesos mensuales. Un subsecretario puede alcanzar una remuneración de hasta 120 mil 875 pesos si recibe el máximo estímulo de productividad. Un director general puede llegar a conseguir un máximo de 103 mil 981 pesos al mes.

Estoy consciente de que éstas son remuneraciones fantásticas para...

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