Sergio Sarmiento/ El fraude

AutorSergio Sarmiento

"Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería".

Otto von Bismarck

Es muy triste que, después de tantas reformas y de tantos años de esfuerzos, la pregunta más insistente que se sigue escuchando al respecto de las elecciones del próximo 2 de julio es si habrá fraude.

Tenemos quizá el sistema electoral más caro del mundo y contamos con las salvaguardas más estrictas contra el fraude. No conozco ningún otro país que cuente con credenciales y padrón de electores con fotografías individuales así como con tinta indeleble para evitar el doble voto. La razón principal por la cual nos estamos gastando más de 4 mil millones de pesos en esta elección es, precisamente, para eliminar el fraude.

Quizá ya nadie espera los grandes fraudes del pasado: la caída del sistema, la expulsión de representantes de la oposición de las casillas, el embarazo previo de las urnas o su rellenado posterior. Estas prácticas, que permitían que se violara abiertamente la intención de la voluntad popular, se han vuelto hoy imposibles o por lo menos muy difíciles de realizar debido a las modificaciones del código electoral.

Aun así, los temores persisten. Ignacio Morales Lechuga, hoy alejado del sistema político pero en otros tiempos secretario de Gobierno de Veracruz, Procurador del Distrito Federal y Procurador General de la República, escribía el pasado 24 de junio: "Que no vengan a estas alturas del partido los voceros y jilgueros oficiales con el consabido cuento del respeto al voto ya que yo, que escribo estas líneas, he vivido los fraudes y experimentado en carne propia".

¿Qué forma pueden tomar estos fraudes? Fundamentalmente la compra de votos y la presión a personas y grupos para que sufraguen a favor de un determinado partido, usualmente el PRI, so amenaza de ser objeto de algún tipo de represalia.

Son demasiadas las anécdotas que señalan la existencia de tales presiones o compras de voto como para simplemente descartarlas. El problema es definir hasta qué punto son ilegales.

La entrega de regalos por parte de partidos políticos a posibles votantes no está penada por la ley, pero sí el empleo de recursos públicos para este propósito o el condicionar la entrega de obra pública al voto a favor de un partido determinado. La ley prohíbe que se obligue a alguien a sufragar de una determinada manera, pero no puede evitar las presiones sutiles o incluso los esfuerzos de convencimiento de un patrón, jefe o líder sindical...

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