Sergio Elías Gutiérrez/ La esquela del PRD

AutorSergio Elías Gutiérrez

Ante los resultados electorales del pasado 2 de julio se puso de moda, entre quienes analizan la realidad nacional, expedir la esquela del PRD.

Dar por muerto a ese partido implicaría ajustes, muchos de ellos no menores a la estructura partidista y por ende política del país. La primera cuestión que salta a la vista es definir no sólo el futuro de ese partido, sino en un aspecto más amplio, el de una opción partidista de izquierda.

El PRI, desde hace algunos años, sobre todo en el salinato, abandonó su definición del Nacionalismo Revolucionario y dio paso al llamado Liberalismo Social, contradicción mayor que la de ser Revolucionario a la vez que Institucional.

A la fecha, el PRI carece de definición ideológica clara. En ocasiones se postula como un partido de izquierda aunque apoye todas las acciones de gobierno de signo contrario. Gran parte de su crisis se origina en esa grave indefinición.

El PAN, recientemente, sobre todo a partir de su crecimiento exponencial, adquirió varias máscaras y las usa a conveniencia. En ocasiones aparece como el partido conservador abanderado de las clases medias urbanas, a punto de extinción. En otras, como el partido católico que parecen demandar muchos mexicanos y que la ley prohíbe. En otras como el partido de la derecha empresarial más agresiva, sobre todo en épocas de intervencionismo estatal.

El PAN ahora es un partido pragmático: usa la máscara que mejor le viene según las circunstancias. Los candidatos presidenciales con mayor presencia en su historia, Clouthier y Fox, están alejados de la doctrina original de ese partido, lo que por cierto no deja de preocupar a algunos panistas ortodoxos, como les preocupará sin duda que Bravo Mena haya declarado que su partido nunca había sido de derecha, o que el Presidente electo se declare de centro-izquierda aunque al mismo tiempo diga que las ideologías ya no importan.

A partir del derrumbe del Muro de Berlín y de la desaparición de la URSS, se puso de moda declarar que el tiempo de las ideologías había llegado a su fin, que las sociedades estatales habían superado esa etapa que conlleva a la confrontación entre clases. Ahora la política es más homogénea, incolora, inodora, insípida y aburrida, podríamos agregar.

En Francia, a partir de la segunda victoria de Mitterand en 1988; en España con el segundo gobierno de Felipe González, y en general en Europa se vivió lo que se conoció como la "marcha al centro". Los partidos se disputaron ese espacio en el...

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