Los secretos de Taghit

AutorPaulina Salomón

Enviada

TAGHIT, Argelia.- Llegamos al Sahara a la medianoche. Tras un vuelo agotador desde Argel, que incluyó una exhaustiva revisión de nuestro equipaje, arribamos a Taghit.

Este pequeño poblado se encuentra unos mil 400 kilómetros al suroeste de la capital argelina.

A bordo de una camioneta nos vamos adentrando por la zona mientras el conductor escucha a todo volumen canciones típicas que, de manera simbólica, nos dan la bienvenida a Argelia.

El vehículo se detiene y los guías nos conducen a las jaimas. En esas carpas, un grupo de lugareños nos recibe con cantos al ritmo de la inseparable darbuka (instrumento de percusión) y con una fogata que nos cobija del frío.

Luego de un rato, todo el mundo se para a bailar.

Ya en la madrugada, no podemos evitar la tentación de escalar las dunas y emprendemos el camino bajo una luna esplendorosa; de pronto nuestros pies están hundidos en la suave y rojiza arena del gran desierto que abarca más de 80 por ciento del territorio de Argelia, el Sahara.

En la punta de la duna, una inmensa alegría nos embarga y tras contemplar la noche, con todo y un frío que nos cala los huesos de las piernas, algunos se aventuran a sentir la arena más de cerca y terminan rodando cuesta abajo de la "montaña".

Al regresar a la jaima, la cena está lista. Nuestros anfitriones nos ofrecen cous cous (sémola de trigo), dátiles, vino y un delicioso té artesanal de menta que requiere de una lenta preparación y el toque preciso para adquirir un buen sabor.

También probamos un borrego asado que comemos con los dedos, como señala la tradición.

Posteriormente lavamos nuestras manos con jabón y agua caliente en una vasija de cobre que nos han acercado.

Mientras algunos duermen, otros nos reunimos en torno al fuego para escuchar a los lugareños conversar. Logramos entender poco, pues a lo largo del relato cambian del árabe al francés y del francés al árabe con rapidez.

Estos dos idiomas, primero el árabe y luego el francés, se hablan mayoritariamente en toda la República de Argelia, además de las lenguas tamazight o bereber, la más antigua del país, chaouïa y tamacheq.

Es difícil conciliar el sueño. Al despuntar la mañana escuchamos una voz que termina por espabilarnos. Es el muecín que llama a los musulmanes a la oración.

En Argelia, la mayoría de los habitantes profesa el islam sunita y uno de los preceptos de esta religión es rezar cinco veces al día en dirección a la Meca.

Sin haber descansado bien y aún con frío, un poblador de...

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