Saint-Exupéry: El otro rostro de la leyenda

AutorAlan Riding

NEW YORK TIMES NEWS SERVICE

PARIS.- Aviador pionero, popular escritor e ídolo romántico, Antoine de Saint-Exupéry gozó durante su vida de una celebridad que sólo fue superada por su renombre póstumo. Con su misteriosa desaparición ocurrida durante un vuelo de reconocimiento militar sobrevolando la Francia ocupada por el ejército alemán el 31 de julio de 1944, y el éxito mundial posterior de su último libro, "El Principito", adquirió el status de un mito, un mito que ha perdurado desde entonces en Francia.

Fuera de Francia, el espigado aristócrata francés es mejor recordado por la magia de "El Principito", su fábula ilustrada del niño viajero procedente del asteroide B-612, de la cual se han vendido a la fecha 50 millones de copias en 120 idiomas.

Pero en Francia, más que como el autor, Saint-Exupéry es admirado como el hombre, con el donaire de su vida y el sacrificio de su muerte constantemente evocados en artículos de periódicos, libros, exposiciones y hasta su rostro en los billetes de 50 francos.

"Representa el heroísmo, la aventura y la poesía", explicó su sobrina-nieta Nathalie des ValliÅres en la inauguración de una nueva exposición: "Antoine de Saint-Exupéry: Celebración de un mito", que estará montada hasta el 20 de noviembre en la cripta del Panteón en París, para coincidir con el centenario de su nacimiento el 29 de junio de 1900, dentro de pocos días.

No obstante, aunque este aniversario pareciera una oportunidad perfecta para una renovada conmemoración, ha sido inesperadamente perturbado por una voz del pasado, la de la viuda de Saint-Exupéry, Consuelo Suncin Sandoval, quien murió en 1979 y quien, aun durante su vida, fue extensamente omitida de la versión aprobada de la existencia de Saint-Exupéry.

Ahora, con la publicación de "La memoria de la rosa", su versión de sus 13 tormentosos años de matrimonio por fin se ha dado a conocer.

Aunque escribió la narrativa en 1945, cuando sus recuerdos aún estaban frescos, Suncin -o la Condesa de Saint-Exupéry, como le gustaba que la llamaran- aparentemente nunca buscó publicarla. De hecho, no está claro si alguien alguna vez la leyó antes de que su heredero José Martínez Fructuoso, quien primero fungió como su mayordomo y luego su secretario, la encontrara hace tres años en un viejo baúl, junto con fotos, cartas y otros documentos de los años 30 y del principio de los años 40.

Como era de esperar, su publicación en este año de aniversario ha causado sensación. El libro se ubicó...

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