Sabor de México/ ¡Bendita sazón!

AutorPatricia Quintana

La celebración de la Cuaresma en las diferentes regiones de México se distingue de dos maneras: el fervor religioso que se observa en las actitudes y el comportamiento de los católicos, y el cambio de hábitos de comida entre la población.

Lo primero se debe a que esta celebración tiende a repetir, año con año, la abstinencia de Jesucristo durante los 40 días que ayunó en el desierto, y lo segundo es la prohibición, por parte de la Iglesia, del consumo de carne los viernes de ese lapso y durante toda la Semana Santa.

El periodo de la Cuaresma abarca desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Resurrección. La primera característica que particulariza a estos festejos es la devoción con que se realiza la bendición de las palmas el Domingo de Ramos, con la cual se recuerda la entrada del Señor a Jerusalén y da principio la conmemoración de la Semana Mayor.

Así, a lo largo de toda ella, es posible advertir, tanto a la entrada de los templos como en los umbrales de los hogares católicos, el entrecruzamiento de las palmas benditas que parecen significar la amorosa protección de una bóveda celeste que, de tanto multiplicarse, llega a formar la apariencia de la entrada al Reino de los Cielos.

Uno de los sucesos más importantes dentro de la tradición del Jueves Santo es el acto ritual de cubrir las imágenes sagradas con mantos de color morado en señal de luto por el deceso de Jesús, cuya figura representativa, a su vez, es guardada en un lugar oscuro con el fin de que preserve su propia luz; esto crea en los templos una atmósfera de misticismo sobrecogedora.

El Jueves Santo, ya en pleno recogimiento espiritual, tiene lugar un hecho de humildad de los más grandes, en cuanto a su significación cristiana: el lavatorio de los pies por parte de los sacerdotes titulares de los templos, conmemorando así y reviviendo cada vez aquel acto de amor con que Jesús obsequió a los 12 apóstoles.

Posteriormente, los fieles efectúan la visita de las siete casas, esto es, el recorrido por siete templos, en cada uno de los cuales reciben, por parte del párroco, un bocado de pan en recuerdo de la última cena, y los fieles a su vez depositan una moneda en la canasta que contiene los trozos de pan, con el fin de que éste nunca falte en la mesa del hogar.

El Viernes Santo por la mañana se lleva a cabo la representación del Calvario de Jesús; cuando ésta concluye, el cuerpo inanimado del Divino Redentor es depositado en el centro del altar; se apaga la luz que significa...

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