El rumor de los libros

AutorMaría de Alva

- ¿Qué estudias?

- Estoy en Letras.

- ¿Existe esa carrera en el Tec?

Esta es quizás una de las conversaciones más repetidas entre diversas generaciones de estudiantes de los ya ahora 60 años de la carrera de Letras Hispánicas en el Tecnológico de Monterrey. Sin embargo, para sorpresa de muchos, las humanidades en el Tecnológico nacieron a partir de esta carrera.

Ya desde el inicio del Tecnológico, don Eugenio Garza Sada dejó escrito en los estatutos que las palabras "y de Estudios Superiores" expresan la importancia que el Instituto otorga al cultivo de las Humanidades y a los estudios de alta especialización de posgrado.

Fue así que, en 1958, Alfonso Rubio y Rubio, quien recibió la Encomienda de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio por parte del Ministerio de Educación Nacional de España, y Luis Astey, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, fundaron esta carrera. Durante los primeros 30 años eran realmente dos: una con especialidad en lengua y literatura inglesa y la otra, en españolas. Ambas carreras tuvieron varios nombres hasta que a inicios de los 90 sólo quedó Letras españolas, recientemente Letras Hispánicas.

Por las aulas del Tecnológico corrimos con la increíble suerte de contar con magníficos profesores, aún recordados como Profesores que Dejan Huella. La maestra Rosaura Barahona, para muchos sólo conocida como editorialista de EL NORTE, pero para quienes la tratamos fue directora de carrera, de departamento y fundadora del Bachillerato Internacional en las prepas Tec. Su mirada acuciante y su pluma ingeniosa y asertiva nos regalaron libros, textos, clases maravillosas. Fue mi primera jefa en el Tecnológico allá por el 96. Recuerdo la confianza que tuvo en mí, apenas una muchacha, al encomendarme un programa nuevo cuando la prepa pasaba de dos a tres años. Cómo olvidar esos largos libros de la posguerra española que amaba el Maestro Fidel Chávez, mi director de carrera, así como su taza de café y las cartas del Tarot que nos echaba o la lasaña que nos hizo para la graduación. O al querido Ramón Martínez, quien se autodenominaba "El Perro" y que con singular alegría ponía apodos a todos los estudiantes y mantenía...

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