Rosaura Barahona / Raudos y veloces

AutorRosaura Barahona

Hace poco dije que los lunes, al abrir el periódico, leemos entre otras cosas, quiénes se mataron en accidentes de fin de semana. Porque si a diario aparecen noticias sobre uno o varios ejecutados por cuestiones del narcotráfico, los fines de semana casi siempre se habla de chavos que, por creerse invulnerables, jugaron carreras con la vida y con la muerte y perdieron.

Los testigos confirman la velocidad desmedida del carro antes del accidente; 190, 180, 150, 120, 100 kilómetros por hora, a menudo quedan marcados en los velocímetros. En la mayoría de los casos, los peritos suponen que el conductor perdió el control y se estrelló contra un muro de contención, un auto, un puente, una casa... no importa, a esa velocidad sólo un milagro podría salvarlos.

No en todos, pero sí en muchos casos, los jóvenes han bebido alcohol, a pesar de no tener la edad legal para hacerlo ("es que todo mundo lo hace"). Cuando los accidentes son de noche o de madrugada, los reflejos de los conductores disminuyen; el cansancio y el sueño esperan cualquier pestañeo para apoderarse de ellos. Si a eso le añadimos que van platicando, hablando por celular y escuchando radio al mismo tiempo, entenderemos por qué sus reflejos disminuyen.

Raúl, un joven amigo, se fue a Suecia en un intercambio estudiantil. Su papá me contaba que a Raúl le había impresionado mucho que los jóvenes suecos no toman alcohol cuando manejan. Él preguntó por qué y cuenta que uno de ellos le dijo: "Tú no te pondrías un cerillo encendido en el ojo porque te hace daño, ¿verdad?". Raúl estuvo de acuerdo. "Bueno, pues esto es igual: hacerlo es como ponernos el cerillo en el ojo, nos daña y no queremos dañarnos".

Aquí, la cuestión es que algunos de nuestros jóvenes son tan inseguros que cuando les dicen que acercarse lumbre al ojo los dañará, escogen el cerillo más grande para que la flama sea más fuerte y se lo ponen no en uno, sino en ambos ojos a la vez. No sea que alguno de sus amigos vaya a pensar que son sensatos y eso es preocupante. Sensatos los viejos y los cobardes; ellos son machos y aventados. Y por eso se mueren antes de tiempo: por machos y aventados.

Entiendo que los jóvenes en el proceso de desarrollar y afianzar una personalidad propia den bandazos y, a menudo, cometan no pocas...

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