Rosaura Barahona / Nuevo código

AutorRosaura Barahona

Neruda en "Confieso que he vivido", dice que nuestros conquistadores se llevaron el oro y nos dejaron el oro. Es decir, se llevaron el mineral, pero nos dejaron una lengua riquísima y bella.

Los españoles ya habían pasado por algo similar. El Imperio Romano invadió la Península Ibérica dividida entonces en numerosos reinos. La mezcla del latín vulgar hablado por los soldados romanos invasores y las lenguas vernáculas, dio origen a las llamadas lenguas romances: gallego, valenciano, catalán, castellano y un etcétera considerable.

Toda esa etapa estuvo llena de lo que ahora llamaríamos pochismos porque las lenguas se mezclaron, como sucede siempre que conviven dos grupos con culturas e idiomas diferentes.

El latín culto hablado por Cicerón, por ejemplo, no llegaba a los estratos bajos. Por eso es diferente del latín vulgar.

El castellano predominó por cuestiones políticas y decidieron ordenarlo. Si usted lee libros en español antiguo descubrirá que un mismo autor, en la misma obra, escribe la misma palabra unas veces con v y otras con b (igualito que muchos estudiantes actuales); unas veces con h (que era muy aspirada y sonaba como en "halar"... que nosotros decimos "jalar") y otras, sin h. No había normas a seguir.

Bueno, no les contaré la larga historia. El caso es que terminamos en manos de la Academia y empezamos a sufrir. Porque la Academia, por siglos, ha tratado el castellano (o español, como le decimos nosotros), como si se le pudiera controlar y no se puede. Es una lengua viva, lo cual significa que seguirá evolucionando cada día más vertiginosamente por senderos inimaginados hasta ahora, sin que podamos hacer otra cosa que seguir las normas impuestas por la masa hablante que es quien le marca el paso.

Por eso, entre otras cosas, es falso que en España se hable mejor castellano que en México, Colombia, Argentina o Cuba. El castellano sólo se habla en Castilla, en los demás sitios hablamos dialectos del castellano que tienen su propio tono, sus propios matices, sus propios giros y sirven, perfectamente, para comunicar a los hablantes de ese dialecto en particular. (Dialecto ya no es una lengua primitiva como mucha gente entiende, sino una variable particular de una lengua específica).

Mis ex alumnos a quienes me pasé corrigiendo ortografía, sintaxis y organización de las ideas en sus textos deben estar preguntándose qué bicho me picó.

No se trata de un bicho, sino de que no puedo resistirme ante la evidencia contundente. Enciendo la...

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