Rosaura Barahona / La cómoda mediocridad

AutorRosaura Barahona

Mediocridad es boicotear nuestro propio potencial, ya sea como individuos o como país.

En secundaria leí "El Hombre Mediocre" (1913) de José Ingenieros, un escritor argentino. No volví a leerlo nunca y supongo que será obsoleto en muchos sentidos, pero las definiciones que da del hombre inferior, el mediocre y el idealista me ayudaron a entender algunas cosas entonces.

Ingenieros no se refiere a razas o grupos superiores e inferiores, sino al ser humano como un ente siempre en desarrollo, con un potencial único e irrepetible, con diferentes grados de conciencia y condicionado por el mundo que le rodea.

En su texto señala al hombre inferior como aquel cuya personalidad no se desarrolla del todo y se limita a vivir por debajo de su potencial porque, a veces, ignora que lo tiene. Muchos se ubican fuera de la legalidad.

El hombre mediocre conoce su potencial, pero boicotea sus posibilidades de crecimiento a través de actitudes basadas en sus temores. Se somete a la rutina y a las normas de su grupo sin cuestionarlas jamás y se limita a cumplir con los requisitos mínimos para ser aceptado por sus iguales. Juzga todo desde su visión inamovible y (él cree) inequívoca. Es manipulable, no acepta ideas diferentes a las sembradas en su cabeza y se convierte en un engrane clave para la maquinaria que domestica, iguala y aborrega a quienes son necesarios para que otros alcancen sus propios intereses o metas.

Ingenieros habla no de un hombre superior, sino idealista: se pone metas altas, se esfuerza por seguir desarrollándose, está abierto a nuevas ideas, cuestiona casi todo, aprende de personas y culturas diferentes, se resiste a los dogmas, piensa no sólo en él, sino en la sociedad y defiende sus ideas aunque vayan contra la corriente. Antes de juzgar, analiza y procura ver el punto de vista del juzgado.

Si todos somos ignorantes en muchas cosas, también somos mediocres en otras. Eso es explicable. Lo triste es que escojamos serlo conscientemente; podemos dejar de serlo, pero preferimos la mediocridad sin miedo al temor provocado por la sola idea del riesgo. Nadie escoge la mediocridad como fin, pero muchos se conforman, se acomodan y se refugian en ella.

México tiene un potencial enorme, lo hemos sabido siempre, pero sigue siendo un país mediocre (y me duele escribirlo). ¿Cómo puede un país...

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