Rosaura Barahona / Bendita aberración

AutorRosaura Barahona

Antes de empezar el tema de hoy, quiero felicitar al equipo de Rayados por haber obtenido su cuarto campeonato y, con él, su cuarta estrella.

De verdad, el equipo, su cuerpo técnico (en especial su entrenador, Vucetich) y la afición se portaron como campeones siempre. Confieso que me parecía difícil que remontaran el marcador de 3-2 logrado en Torreón por el Santos; por eso me dio gusto ver pulverizados mis temores. Felicidades a todos.

Estuve en Chihuahua 10 días y el periódico El Pueblo del lunes 29 de noviembre publicó un reportaje doloroso a más no poder. El encabezado dice literalmente: "Antes nos mataban por pu... y ahora por narcas".

¿Le parece duro? Lo es, pero más lo es el reportaje mismo. Habla de cómo las autoridades chihuahuenses siguen estigmatizando a las mujeres desaparecidas o asesinadas, a las que convierten en un expediente más olvidado en un cajón porque no merecen atención.

Quienes hayan seguido los asesinatos y desapariciones de las mujeres de Juárez saben que las autoridades acusan a las víctimas de buscárselo porque andaban solas, de noche y por barrios peligrosos (ahí vivían).

Primero, la mayoría trabajaba en maquiladoras y tenía turnos de noche; segundo, incluso si fueran prostitutas, no tendrían por qué ser asesinadas y ¡menos! con la complaciente indiferencia de quienes están ahí para defenderlas y castigar a sus asesinos.

El reportaje explica cómo las madres, tías o abuelas de las víctimas la hacen de detectives, abogadas o policías para tratar de localizar a quien perdieron. Como Isabel Miranda de Wallace, pero sin recursos.

La señora Wallace es una de las personas más admiradas en México. No darse por vencida cuando las autoridades soslayaron el crimen de su hijo la llevó a hacer cosas que en este País no se habían hecho: negociar con los captores de su hijo por internet, ofrecer una recompensa por su captura, encararlos para preguntar qué pasó y en dónde están sus restos, que sigue buscando.

Ante todo eso, me topo con la noticia de que el sacerdote Antonio Gutiérrez sostiene en El Semanario, de la Arquidiócesis de Guadalajara, que el homosexualismo y el feminismo son aberraciones que "pueden destruir la estructura básica de la sociedad".

Aberración significa "desviación de lo que parece natural y lógico". El espacio no me da para hablar del homosexualismo, pero de acuerdo a los ejemplos dados antes, me detendré un momento en el...

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