Rompedora de la arquitectura

AutorRicardo Dorantes

Con la muerte de la arquitecta iraquí el 31 de marzo termina una historia de 40 años en la disciplina, en los que acumuló un currículum que incluye 950 proyectos -construidos y no construidos- en 44 países.

ENT REMUROS ofrece un recorrido por la vida, obra y legado de quien causó toda una revolución en su oficio.

CAMINO A LA CIMA

Cuando en 1993 Zaha Hadid concluyó la estación de bomberos Vitra, no estaba presupuestado que causaría un incendio en el mundo de la arquitectura.

Un nombre femenino surgía en la escena mundial, dominada por caballeros de abolengo y hombres cuyos hobbies eran la navegación y pilotear aviones. Había, pues, una Zaha con el talento, porte y ambición para tirar cada uno de los tabúes que destrozó la mujer-arquitecta-árabe en los siguientes años.

El recorrido no fue sencillo. Hadid, nacida en Irak en 1950, sumaba para entonces más de 15 años en el ejercicio de la profesión, con múltiples diseños rechazados y otros tantos concursos ganados, pero que nunca se construyeron.

Los dibujos que presentaba comenzaron a cobrar fama, no tanto como proyectos, sino como obras de arte que continuaban la corriente del Suprematismo. Sus propuestas de edificios eran vistas con la admiración de lo que impacta, pero que no puede pasar del papel.

Empezó a ejercer a finales de los 70 en el despacho OMA, de Rem Koolhaas -maestro y mentor de la arquitecta, y quizá el creativo más influyente de la última mitad de siglo-, quien ya visualizaba la vena única de Hadid: "es un planeta en su propia e inimitable órbita".

Y si bien el edificio de Vitra fue "la demostración física de que una fantasía podía no sólo construirse, sino ser domesticada", en palabras de la arquitecta mexicana Fernanda Canales, fue con el Centro de Arte Contemporáneo Louis & Richard Rosenthal (Cincinnati, 2003) que Hadid se agenció un lugar en el celoso cosmos de la disciplina.

La paciencia de Zaha fue bien recompensada (habían pasado casi 10 años entre el término de una obra y otra). En 2004, Hadid ya no sólo era un planeta que había llegado a un universo complejo, sino que además reclamaba su lugar en el Olimpo. Fue el año de la primera galardonada con el Premio Pritzker (equivalente al Nobel en arquitectura).

"Era una buena amiga y una mujer que cambió la manera de hacer arquitectura. Los edificios que proyectaba desde la universidad se pensaban imposibles de hacer.

"La recuerdo crítica, ácida y muy cariñosa y amable. A veces nos llevaba a su casa y nos cocinaba", evoca el...

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