Opinión Invitada / Rogelio Sada Zambrano: ¿Reforma hacendaria?

AutorOpinión Invitada

La propuesta de reforma hacendaria -así con minúsculas- no tiene pies ni cabeza.

Es más bien un popurrí de ocurrencias de mediocres cortoplacistas e insensibles burócratas que evidentemente no tienen la menor idea de cómo, mediante adecuaciones fiscales inteligentes, se podrían sentar las bases para que a mediano plazo pudiéramos dejar atrás nuestro agobiante subdesarrollo económico, que mantiene empobrecida a la mayor parte de la población.

¿Se habrán planteado tan ilustres funcionarios cuáles son los objetivos fundamentales de su propuesta? Es tal su confusión que seguramente no.

Una reforma inteligente debería ayudar a resolver los principales problemas que afronta el País: la escasa creación de empleo -instrumento fundamental para erradicar la pobreza- y la existencia de una gigantesca brecha entre los que todo lo tienen y los que con enormes dificultades apenas logran sobrevivir.

La ortodoxia recomienda que para resolver esto debería, por una parte, estimularse el ahorro y la inversión privada, creadora de empleos productivos, y, por la otra, inhibir el consumo superfluo tanto público como privado, que por su naturaleza reduce la capacidad de ahorro e inversión.

Ello significa que, aunque duela, debería aumentarse el Impuesto al Valor Agregado, por ejemplo, a un nivel del 18 por ciento, aún inferior al europeo o al del Cono Sur. Debería imponerse además un moderado IVA, de control, a alimentos no básicos y de medicinas de un 3 por ciento. Su simple existencia reduciría considerablemente el nivel actual de defraudación lograda a través de una dolosa clasificación del producto vendido.

De manera simultánea, el Impuesto Sobre la Renta aplicado a las empresas debería reducirse sustancialmente para volverlo competitivo en el mundo. Así se estimularía la importación de capitales y la inversión, logrando en consecuencia el abatimiento de la pobreza mediante la creación de nuevos empleos formales.

En adición, todos los sistemas de regímenes especiales, los cuales no pagan ISR, deberían eliminarse.

En contrapartida, el impuesto a los ingresos personales debería elevarse de manera considerable, para así convertirlo en un impuesto progresivo de verdad.

Este incremento abriría la posibilidad de comenzar a cerrar la enorme separación económica que hay en nuestra población. Vergonzosamente, en cuanto a la brecha...

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